sábado, 24 de noviembre de 2007

ESOS BATEADORES DE 400


No lo digo yo. Lo dijo José Lizama Lima: “Roberto Fernández Retamar es uno de los más significativos poetas de su generación [...] Es muy cubano, curtido por el árbol que golpea el árbol universal del conocimiento. Se esboza en él una alegría que marcha acompañada del destino opulento del cubano, del cubano mejor, que es universalmente sencillo.”
Es pues un gran poeta don Roberto, por ese simple hecho es digno de admiración, pero más importante aún: a don Roberto, como muy buen cubano, le gusta el béisbol. Por ahí me encontré con un poema de él, y digo poema a falta de algo mejor para nombrarlo, porque si en un texto se combinan dos cosas mágicas como la poesía y el béisbol, entonces ya no estamos hablando de simple magia, sino de la más-magia o la más-médula –apuntaría Oliverio Girondo. Play-ball.

Pío Tai
Roberto Fernández Retamar


Compañeros: que antes de empezar, nuestro primer recuerdo
para Quilla Valdés, Mosquito Ordeñana, el Guajiro Marrero,
Cocaína García, La Montaña Guantanamera, Roberto Ortiz, Natilla
(desde luego), el Jiquí Moreno de la bola de humo, el Jibarito, y
(más atrás
Adolfo Luque, Miguel Ángel, Marsans,
Y el Diamante Méndez, que no llegó a las Mayores porque era
Negro,
Y siempre el inmortal Martín digo.
Y también, claro, Amado Maestri, y tantos más…

Inolvidables hermanos mayores: donde quiera que estén.
Hundidos en la tierra que ustedes midieron a batazos
En La Tropical o en el Almendares Park;
Bajo el polvo levantado al deslizarse en segunda,
Alimentando la hierba que extiende en los jardines y es
surcada por los roletazos;
O felizmente vivos aún, mereciendo el gran sol de la una y la
Lluvia que hacía interrumpir el juego
Y hoy acaso sigue cayendo sobre otras gorras: donde quiera
Que estén, reciban los saludos
De estos jugadores en cuya ilusión vivieron ustedes
Antes (y no menos profundamente)
Que Joyce, Mayacovski, Strawinski, Picasso o Klee,
Esos bateadores de 400.

Y ahora, pasen la bola.

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