martes, 8 de septiembre de 2009

EL ÚLTIMO HIT DE LOU GEHRIG


“[…] Henry Louis Gehrig, cuyo porcentaje de bateo ha alcanzado dimensiones alarmantes de anemia…”
25 de abril de 1939.
Arthur J. Daley, New York Times

Hiere la frase. Pero sí, es verdad, tan solo tres imparables hasta el momento en esa campaña de 1939. Algo en mí me traicionaba.
Al día siguiente no pude atrapar un fly con un hombre en primera. Ah, la doble matanza, tampoco llegó. Simplemente no pude hacer el giro hacia la segunda. Como si la muerte viajase en sentido contrario, el cuerpo había abandonado el alma.
Llegó el sábado 29 de abril, una tarde nublada. Lefty Gomez contra Ken Chase. Duelo de zurdos. Al bate venían delante de mí, Frank Crosetti, Red Rolfe, Jake Powell y Joe DiMaggio. Yo cargaba puños de arena para sentir sus alas. Soltaba poco a poco la arena para verles volar. Bocanadas de humo se perdían en una niebla lejana.
En la segunda tanda recibí una base por bolas de Chase. Los bates Hillerich & Bradsby eran 33 onzas más ligeros que antaño. Lo doloroso era recorrer el trecho hacia la primera. Alientos y desalientos entrelazaban sus manos en franca desproporción.
El tercer inning conecté de hit. El número 2721 como Yankee. 2129 juegos consecutivos en la alineación. Volteé a ver al coach. Se acentuaba un destello en su frente: una frase extinguiéndose en el vasto incendio de la Memoria.
Extraña tierra esta que da de comer al hombre y le concede su última prórroga. Un juego más, un poco de descanso y quién sabe, por qué no, a lo mejor el telón no se cerraría, pero lo oscuro y lo minado del silencio sangraban ya sostenidos de un garabato…

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