jueves, 18 de septiembre de 2008

UNA DE TOMATEROS CONTRA VENADOS

La anécdota me la contó mi amigo Cris Malcampo, oriundo de Mazatlán, Sinaloa. Es acerca de qué más, sino de una de las tantas batallas épicas entre Tomateros de Culiacán y venados de Mazatlán, acérrimos rivales desde el principio de eso que llaman memoria.
La historia ocurrió en el parque Teodoro Mariscal, por allá a finales de los ochenta. Era el rol regular y venados había impuesto su condición de local para ganar los dos primeros juegos. Quien es entendido en el tema sabrá que el Teodoro Mariscal es un paraíso para los lanzadores, con el viento del mar en contra es difícil, muy difícil, para los bateadores poner a viajar la esférica.
En el tercer juego de la serie, al abrir la novena entrada, los venados ganaban por tres carreras a cero a los tomateros. Los aficionados del equipo del puerto se relamían los bigotes con la inminente blanqueada y barrida al odiado equipo guinda. Sólo hacían falta tres outs. Más de algún porteño se regodeaba con escoba en mano.
Tomateros puso corredores en primera y segunda con dos outs. En eso salió un fly atrás del campo corto. Francisco Cervera, quien estaba entonces como parador en corto de los rojos del puerto en sustitución de Juan José Pacho, quiso ponerle pimienta al asunto y atrapar la pelota con el guante pegado al pecho, al estilo del legendario receptor Paquín Estrada. Pero nada, que por hacerle demasiada confianza a la bola, ésta le brinco en el guante y fue a dar al suelo. Error. Bases llenas y dos outs.
La gente en Mazatlán seguía sin preocuparse risa que risa intercalada con alguna imprecación dirigida a Cervera y al manager por haber sacado a Pacho.
¿Quién venia a batear? Nick Castañeda, aquel gigantón rubio, bateador designado y eventual primera base de los guindas. Castañeda llevaba una racha infame de sabrá dios cuántos ponches. Si estaba bateando más de .200 era mucho.
¿Además quién venía a cerrar por los rojos? El exligamayorista Salomé Barojas. Un pitcher intratable. La gente de Mazatlán empezó a cantar a coro: “Salomé, perdónalos… Oye, Salomé, perdónalos…”
Sin embargo, las leyes de probabilidades son siempre improbables. Castañeda prendió una recta y con todo el viento de la playa en contra la mandó hasta la calle. Cuadrangular con la casa llena. Tomateros arriba 4 a 3. Y así acabo el juego, porque los que no perdonaron fueron los de Culiacán.

1 comentario:

Gerardo Osornio dijo...

Te invito a que veas nuestro texto sobre Yankee Stadium en este fin de semana de su adiós. Hace un mes estuve por allá y comparto fotos y experiencias en la portada de www.el-fanatico.com desde hoy y hasta el lunes en la noche, cuando subiremos otros textos. Un saludo y el conteo esta cerca de terminar, el 11 de Octubre marcará cero y comenzará, espero, la pesadilla de los Venados.

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