miércoles, 5 de marzo de 2008

EL BABE RUTH NEGRO


Joshua Gibson era un Monstruo. Así, sin más. De estatura 1.85 metros y 95 kilogramos de peso cargado de músculo, algunas voces le achacan a este pelotero negro el merito indudable de haber sido el único ser humano en sacar de cuadrangular una pelota fuera del Yankee Stadium allá por los años 1930’s. Desde luego eso no ocurrió (si acaso ocurrió) en un juego de Grandes Ligas por la barrera racial existente en la época, pero lo que sí: Gibson no necesitaba de bases de ciclopentanoperhidrofenantreno (esteroides en castellano), hormonas de crecimiento o suplementos alimenticios de dudosa procedencia para desforrar sin piedad la esférica.
Joshua Gibson nació el 21 de diciembre de 1911 en Buena Vista, Georgia. Paisano de Ty Cobb, Joshua pasó la mayor parte de su carrera como pelotero en las Ligas Negras (los Crawfords de Pittsburg y los Grays de Homestead), aún y cuando lo hizo también por un tiempo en las ligas de béisbol de Republica Dominicana (el Ciudad Trujillo del dictador del mismo apellido), Cuba (La Habana y Santa Clara) y México (el Veracruz). De hecho en México fue un verdadero terror con el madero al batear .467 en 1940 y .374 en 1941.
Un caballero introvertido, Joshua Gibson jugaba la posición de receptor, llegando a hacer mancuerna en diferentes equipos con el inolvidable Satchel Paige.
No hay duda alguna de que Joshua Gibson fue uno de los más grandes catchers y sluggers en los anales del béisbol. Su promedio de bateo de por vida fue de .359 con un porcentaje de slugging de .648. La placa de Joshua Gibson en el Salón de la Fama reza algo así como: “Pegó cerca de 800 cuadrangulares en 17 años de carrera.”
¿Qué habría pasado con Joshua Gibson en las Ligas Mayores? Toda conjetura es eso: mera especulación. El béisbol no es justo ni injusto, ni probable o improbable: es béisbol. Pero yo quiero pensar en que Joshua, vestido de Yankee, habría peleado títulos de bateo en portentosos duelos de última jornada con Ted Williams.
A la fecha, los historiadores aún debaten sobre la veracidad de las anécdotas y estadísticas relativas a Joshua Gibson. A mí me gusta tomarlas por válidas (que no necesariamente ciertas), porque después de todo el béisbol no puede comprenderse sin atender a su carácter de ritual colectivo-poético-fantástico, lo cual no hace sino revelar precisamente la estética mágica y atemporal del juego. En particular me gusta una anécdota:
Al cierre de la novena entrada en el estadio de los Crawfords de Pittsburg, abajo éstos por una carrera y con dos outs y con un hombre en base, Joshua Gibson conectó un batazo tan poderoso que la bola desapareció en el fino mantel estrellado de la noche dejando –aparentemente- tendidos sobre el terreno a los jugadores visitantes. Al día siguiente, en otra ciudad, los mismos dos equipos se enfrentaron de nuevo, pero ahora Pittsburg hizo las veces de visitante y justo cuando los equipos se acomodaban en el campo, una pelota descendió repentinamente de entre las alturas y un pelotero del equipo local la atrapó. Entonces, el ampayer le gritó a Joshua Gibson: “Estás out. En Pittsburgh. Ayer.”

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