A don Eduardo Almada por las precisiones historicas casi olvidadas.
Todos dicen haber estado ahí, pero no es cierto. Sólo había lugar para cerca de 7 mil personas y no todas las butacas estaban ocupadas. Yo sí estuve ahí y no recuerdo haberte visto esa noche. Sí, es verdad, era un niño en aquel entonces y mi memoria está expuesta a las traiciones de los años. Pero precisamente porque era un niño entendí las cosas de un modo que a lo mejor tú no acabas de comprender del todo.
Era un duelazo de pitcheo. Tomateros y naranjeros (así, en minúscula) en el estadio Ángel Flores, en el otro Ángel Flores, no en éste, el moderno, el de la Serie del Caribe, el de las franquicias de alimentos, el de los pasillos con televisores, el de la infernal e inagotable acústica de la gente del sonido, el de los 15 mil asientos incluyendo bleachers, el de las rifas de cinco o seis camionetas nuevecitas, el de los peloteros pasados por gimnasio y rigurosa dieta.
No, yo hablo del otro, del Ángel Flores de aspecto cutre, el de las torres de luz invadiendo el terreno de juego, el de don Trini vendiendo cacahuates garapiñados, salados y semillas auxiliado por su nieta (¿o hija?) preadolescente, motivo de inexplicables furores prematuros en la entrepierna, el de las interminables noches de alcohol suministrado por vendedores de cerveza con aspectos de carteristas, el de don Agustín de Valdez, antiguo proxeneta, dicen los más viejos, venido a locutor, el de Chispirito y sus interminables rutinas de lagartijas, el del intercambio de barajitas de béisbol en el pasillo, el de los peloteros con pinta de revolucionarios, con las barrigas estilo Pancho Villa y los bigotes a lo Emiliano Zapata.
¿Recuerdas? Pero no, no lo puedes saber porque no estuviste ahí. Jaime Orozco lanzaba por Tomateros. Novena entrada. 1-0 favor de la causa guinda y ya se olía el Juego Perfecto. Pero seguramente a ti no te dice nada eso. Quienes no saben de la magia del béisbol no acabarán por comprender el significado del Juego Perfecto. No hay nada, ni en el fútbol, ni en el baloncesto, ni en ningún otro deporte de masas en México que se le pueda igualar o siquiera comparar. Ni el Brasil de Pelé en el mundial de México ’70, ni Maradona dejando atrás ingleses sobre el césped en México ‘86, ni los Lakers del Magic Johnson corriendo sobre la duela a la par de los gritos de Jack Nicholson, ni los acrobáticos desplazamientos en el aire de Michael Jordan, ni tampoco, maldita sea, los 100 puntos de Wilt Chamberlain sobre los Knickerbockers.
Para quien es tocado por el aura de un Juego Perfecto, las cosas ya no pueden ser vistas de la misma forma. Sin más, el más grande de todos los juegos, el Juego Perfecto de Don Larsen en la Serie Mundial del ’56 es prueba de ello. Sus efectos catárticos desbordaron toda dimensión posible y alcanzaron, por ejemplo, a nuestro Pedro “el Mago” Septién quien jamás pudo disimular tal influencia, sobre todo cuando decía algo así como: “el manejo del pitcheo es una ciencia exacta, ni un lanzamiento más, ni un lanzamiento menos. Recuerdo amigos aficionados aquel gran juego de Don Larsen (...)”
Juego Perfecto. Esfericidad sin fisuras. 27 hombres. 27 outs. Comunión con la divinidad: contraposición de azar y destino de nueves hombres a la defensiva y nueve hombres dispuestos a todo desfilando en rotación por la caja de bateo. El zumbido de un mosquito o una palabra no dicha bastan para alterar el cosmos del Juego. El hecho de que no estés de acuerdo prueba una vez más que no estuviste ahí.
Para quien es tocado por el aura de un Juego Perfecto, las cosas ya no pueden ser vistas de la misma forma. Sin más, el más grande de todos los juegos, el Juego Perfecto de Don Larsen en la Serie Mundial del ’56 es prueba de ello. Sus efectos catárticos desbordaron toda dimensión posible y alcanzaron, por ejemplo, a nuestro Pedro “el Mago” Septién quien jamás pudo disimular tal influencia, sobre todo cuando decía algo así como: “el manejo del pitcheo es una ciencia exacta, ni un lanzamiento más, ni un lanzamiento menos. Recuerdo amigos aficionados aquel gran juego de Don Larsen (...)”
Juego Perfecto. Esfericidad sin fisuras. 27 hombres. 27 outs. Comunión con la divinidad: contraposición de azar y destino de nueves hombres a la defensiva y nueve hombres dispuestos a todo desfilando en rotación por la caja de bateo. El zumbido de un mosquito o una palabra no dicha bastan para alterar el cosmos del Juego. El hecho de que no estés de acuerdo prueba una vez más que no estuviste ahí.
Hasta esa noche, 29 de diciembre de 1988, 40 años o más de béisbol por estos rumbos y tan sólo un Juego Perfecto que no vio nadie, salvo un puñado de despistados y algunos periodistas. En la vieja Liga de la Costa (don Alfonso Araujo dixit) en 13 temporadas no hubo ningún Juego Perfecto. En la liga actual el primero fue de Vicente Romo de los Yaquis, el martes 5 de Enero de 1971 en el Abelardo L. Rodríguez de Guaymas, con un parque desolado por el frío. Casi fue como jugar a parque cerrado. El marcador final fue de 12-0.
No lo sabes, pero hasta entonces habían caído 26 outs. Un solo out más y Jaime Orozco podría hacer olvidar el destino fatal de todo un pueblo que más tarde se sumiría en la mediocridad arrogante del narcotráfico, de la incivilidad y de la apuesta ilusoria por los mesías populistas como medio para salir del agujero. Pero vino el emergente Rosario Zambrano a batear una ínfima raya por los terrenos de la segunda base. Pero no estaba el guante seguro del pimienta Morales cubriendo la segunda. Pero en su lugar estaba Adulfo Camacho. Pero tomó la pelota y lanzó alto obligando a saltar al primera base. Pero por un instante de separación entre pies y colchoneta el corredor llegó safe. Pero malditas sean las leyes de la física. Pero aún nos quedaba el sin hit, la blanqueada y el triunfo. Pero Jaime Orozco ya estaba tocado, ya no era el portento inexpugnable, el dios Shiva de la loma, era uno más, como tú o como yo, expuesto a la amenaza de un hombre furioso con bate en mano.
Y vino primero la base por bolas a Cornelio García. Y luego vino Sergio Hugo Vizcarra a romper el consuelo del sin hit con un home-run (el único que dio en toda la temporada). Y un home-run que parecía no ir contra el viento sino contra todas nuestras miradas e ilusiones rotas. Y la bola se fue. Y 3-1 arriba naranjeros. Y Jaime Orozco saliendo de la loma echo un energúmeno. Y Jaime Orozco lanzando con furia su guante hacia las gradas mientras derribaba todo a su paso por el dugout. Y el juego que se perdió. Y Adulfo Camacho, el del error, sabiendo por vez primera lo que de verdad es el Miedo. Y la policía municipal tratando de contener a la turba enloquecida clamando la sangre del Judas. Y tú que no estabas ahí.
EPÍLOGO. Adulfo Camacho, el hombre de la pifia, jamás fue perdonado por la afición de Tomateros. Terminó sospechosamente sus días como pelotero profesional jugando para el acérrimo rival, los naranjeros, de quien actualmente es coach. Cada vez que visita el Ángel Flores, su sola mención o presencia desata todo tipo de imprecaciones, juramentos y pitorrillas bélicas cargadas de alusiones maternales hasta el segundo o tercer grado de ascendencia en línea recta. No hace mucho llegó a declarar que aquél error tan vilipendiado lo cometió porque no tenía oportunidad de poner out al corredor, por lo cual optó por el error para preservar así por lo menos el juego sin hit. Lo anterior, por supuesto, es total y absolutamente falso y sólo demuestra que Camacho nunca estuvo ahí.
8 comentarios:
Qué tal amigo. Aquí Alexis Sánchez, directori editorial del sitio web de la Asociación Sonorense de cronistas deportivos.
Adjunto respuesta del maestro Alfonso Araujo Bojórquez:
Sobre el libro, ya no tengo ninguno en existencia. El juego de Jaime Orozco fue en el Angel Flores de Culiacán el jueves 29 de Diciembre de 1988, donde el pitcher de los Tomateros, Jaime Orozco llegó a la novena entrada en forma perfecta ganando por 1-0 y sacó dos outs, pero el emergente Rosario Zambrano bateó un rodado sobre la colchoneta de la segunda, donde Adulfo Camacho hizo hasta lo imposible para quedarse con la pelota. Le marcaron el error, para buscar el sin hit ni carrera. enseguida vino base para Cornelio García y el parador en corto de los Naranjeros, Segio Hugo Vizcarra aprovechó una recta cómoda de Orozco para sacarla del parque y propinar una dolorosa derrota a Jaime.
Saludos
Alfonso
Yo no estuve ahí, tampoco, y por desgracia. He olvidado el porqué falté ese día, pues desde la preparatoria (1981-1984, Tec de Culiacán, cuando había prepa) iba (voy) prácticamente todos los días al estadio. Sin embargo, no vi esa desgracia. Qué bueno. Qué malo.
Y que tontería si Camacho dijo lo que dijo. Se merece todo lo que le dicen (le decimos) cuando lo vemos en el estadio.
Y claro que naranjeros tiene que ir con minúscula. Faltaba más.
De hecho la teoria de que Adulfo Camacho buscó el error es bastante reciente y parece ser que nació de un comentario de él y algunos periodistas se creyeron el cuento.
Por cierto gracias por poner un link de este blog en su sitio de cine.
HOLA AMIGOS. ESTOY AQUI CON MI AMIGO JAIME OROZCO. Y QUIERE DECIRLE GRACIAS A TODOS SUS AMIGOS FIELES Y LES DA SUS RESPETOS.
Vaya! Sí que es un honor que Jaime Orozco y sus amigos nos visiten. Siempre serán bienvenidos. Jaime es uno de los mejores pitchers que hemos visto en México y también uno de los más recordados por los aficionados Tomateros. Un saludo al gran Jaime.
hola buenas noches ,solo para comentar que jaime orozco es un gran amigo mio y donde quiera que este lo saludo , aaparte fue un gran picher aqui en mina nunca sera olvidado gracias
Tienes los datos de contacto del gran Jaime Orozco? Si es así, por favor, pésamelos a captomate@gmail.com
Adulfo Camacho
un gran personaje estuve charlando con el en dias anteriores y le comente de este blog y le pregunte que si lo habia visto y me dice "no ocupo verlo lo vivi"
una gran persona excelente coach
puro naranjero !!! los XV veces Campeones deja el pasado atras...
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