sábado, 31 de diciembre de 2011

2012


La bitácora extiende un abrazo a todos sus lectores. Por supuesto, los buenos deseos y la posibilidad de una vida mejor no se cifran en la palabra amable o en el hecho desenvuelto, sino en tres principios fundamentales de la vida y el Béisbol:
1. Respeta al juego.
2. Respeta al rival.
3. Respétate a ti mismo.
No se fien de nada ni de nadie que no se adhiera irrestrictamente a esos principios.
2012 significará una nueva aventura. Vivimos sin darnos cuenta en un periodo de la historia donde habrá cambios, pero no sólo cambios como en cualquier otro periodo, sino cambios de trascendencia.
Pero más allá de las especulaciones, el mundo no terminará (¿qué es el mundo sino lo que existe y deja de existir sin cesar?). Los Cubs no ganarán la Serie Mundial. Los mayas no podían prever tal cosa. Estar tranquilos al respecto.
Algo más. A todos los lectores, tres rápidas al centro del plato: gracias, gracias, gracias.
Que siga el Juego de Pelota. ¡Play ball!

jueves, 24 de noviembre de 2011

LA OTRA EJECUCIÓN DE DIOS


El 17 de enero de 1918, a las 6.30 horas de un helado día, Dios fue ejecutado de nuevo –la primera vez, así lo refiere la ortodoxia, fue en la colina del Gólgota. La sentencia: cinco ráfagas de ametralladora contra el cielo de Moscú.

Anatoli Vasílievich Lunacharski, el nuevo Pilatos, sonreía. No habría resurrección. No era posible la resurrección. El hecho es irrefutable, mas no por las razones supuestas inicialmente por Lunacharski. Dios, o mejor dicho su manifestación terrenal, dormía a pierna suelta en otro lugar y en otro día. Emprendamos el examen de los motivos, no sin antes apuntar los antecedentes de tan peculiar ejecución.

Lunacharski, según las abstractas fechas imputables a todo hombre, nació en Poltava, Ucrania, al parecer en algún día de noviembre de 1875, y murió el 26 de diciembre de 1933. Lunacharski se desempeñó como dramaturgo, crítico literario y político, es decir, en profesiones cada vez más vulgares. Se convirtió al comunismo a la edad de 15 años. Desde luego puede argumentarse que Lunacharski no fue comunista, pues en un sentido ideológico el único comunista auténtico murió hace siglos en una cruz a manos de los romanos.

Tras diversos encuentros y desencuentros con los rabiosos bolcheviques y hasta con los mencheviques, en 1907, Lunacharski publicó el folleto “Sobre la actitud del Partido ante los Sindicatos”, con prólogo cortesía de Lenin. En 1913, Lunacharski viajó a París, donde fundó un Círculo de Literatura Proletaria. Posteriormente, en 1917, se unió de nuevo a los bolcheviques, quienes terminarían haciéndose del poder en Rusia con la bien conocida Revolución de Octubre y la muerte de la familia imperial.

Después de la Revolución de Octubre, Lunacharski se desempeñó como Comisario de Instrucción para el Narkompross (Comisariato Popular para la Instrucción Pública) desde 1917 hasta 1929. Como bien lo precisa Gregorio Luri en “El Café de Ocata” (http://elcafedeocata.blogspot.com/): “ [Lunacharski ] se decidió a cantarle las cuarenta al Dios de toda la vida. Lo llevó a juicio, acusado por múltiples crímenes contra la humanidad. Como Dios no se presentó ante el tribunal, se puso una Biblia en el banquillo de los acusados para que lo sustituyera. Los acusadores acudieron cargados con la completa historia de la humanidad como prueba irrefutable. Los defensores sólo pudieron alegar la eximente de la senilidad. Ante la contundencia de las pruebas, Dios fue declarado culpable.” El resto de la historia ya la conocemos. ¿Pero murió Dios? El requisito primero para una resurrección es la muerte previa del individuo, en este caso, de la divinidad.

El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios suele centrarse en la idea de una suprema deidad. Algunas concepciones de Dios hablan de una realidad eterna, trascendente, inmutable y última, en contraste con el universo visible y continuamente cambiante. En no pocos casos, en las diversas doctrinas teológicas, Dios es imaginado como una fuerza de la naturaleza o como un ente consciente que se puede manifestar en un aspecto natural. Tenemos por ejemplo el caso de Jesucristo, a quien se le atribuye la naturaleza del hijo de Dios, la manifestación del verbo en la carne humana, en una suerte de pobre metáfora de sujeto y predicado.

Me declaro indigno de terciar en todas esas controversias teológicas y poéticas, pero en todo ello no deja de ser extraño el cómo se pretende emplear el lenguaje humano para abarcar entidades, que de existir, estarían más allá de todo significado conocido, pues “no nos damos cuenta de la prodigiosa diversidad de juegos de lenguaje cotidianos porque el revestimiento exterior de nuestro lenguaje hace que parezca todo igual”, como lo indicaba Ludwig Wittgenstein.

Supongamos es posible echar mano de la metáfora como vehículo para expresar la manifestación de una divinidad, y para cuestionar al mismo tiempo si es posible que ésta haya sido fusilada en Moscú el 17 de enero de 1918, a causa de un proceso amañado e instigado por Lunacharski. En todo caso. el juicio mismo sería ya una metáfora.

Discernir sobre una nueva ejecución de Dios en la fecha señalada es al mismo tiempo discernir sobre lo imposible. La realidad eterna, trascendente, inmutable y última, es decir, el arcano por excelencia se manifestaba ya entonces en el Juego de Pelota. Sí, en ese algo tan cotidiano como la realidad geométrica del Béisbol, pues si Dios ha de existir y merecer ante si mismo justificación, aún y cuando Dios sea inexpresable, debe manifestarse en lo cotidiano, pues de lo contrario, si se limitara sólo a manifestarse en lo excepcional, el concepto de Dios estaría supeditado sólo a las vulgares leyes del azar, de la estadística y de la economía. Después de todo, lo maravilloso o lo grande no necesariamente es lo excepcional.

¿Cuáles es entonces la interpretación de la muerte de Dios? El postulado de la realidad es liso y llano. La mañana del 17 de enero de 1918 en Moscú, era apenas la noche del 16 de enero de 1918 en los Estados Unidos. La manifestación más concreta de Dios en ese entonces dormía en su habitación. Estoy hablando de Walter Perry Johnson (Humboldt, Kansas, 6 de noviembre de 1887 - Washington D.C., 10 de diciembre de 1946), el mejor lanzador derecho de la historia. No es un asunto de cursilería o vindicación beisbolera, sino un hecho verificable –y el universo de la causalidad requiere de hasta el menor de los hechos para explicar cualquier fenómeno.

Walter Johnson fue el segundo hijo del matrimonio de Frank y Minnie Johnson, un par de granjeros. Nuestro personaje creció así entre los verdaderos pilares de la humanidad, es decir, entre aquéllos capaces de producir abrigo y alimentos, en lugar de palabras, discursos y muertes.

En la escuela secundaria, el joven Walter jugó al Béisbol en diferentes posiciones. La velocidad de sus lanzamientos empezó a llamar la atención, de tal modo que a los 17 años ya era lanzador en la liga semiprofesional de la “Idaho State League”, donde lo vio el manager de los Washington Senators, Joe Cantillon.

A regañadientes, Cantillon se llevó a Johnson a la gran ciudad. Ahí desde un inicio, deslumbró a todos con la velocidad de sus lanzamientos, incluyendo a un pelotero de nombre Ty Cobb.

El equipo de Washington apestaba, por decir lo menos, pero en 1912 logró el segundo lugar de la Liga Americana, gracias a los números de Jonhson: 32 victorias, 303 ponches, y un cociente de carreras limpias admitidas de 1.39. En 1913, Johnson fue el Jugador Más Valioso de la Liga Americana. En los años 1913, 1918 y 1924 ganó la Triple Corona como lanzador y, en 1916, no concedió ningún cuadrangular, una marca aún vigente.

Por si no fuera suficiente, a lo dicho habría que añadir que Johnson es el líder de todos los tiempos en blanqueadas con 110 y en 10 años consecutivos (1910-1919) logró, al menos, 25 victorias. En 1924 los Senators llegaron a la Serie Mundial. Esa temporada. Johnson encabezó departamentos de carreras limpias, victorias obtenidas y ponches (2.72, 23-7, 158,). Los Senators comandados por Johnson lograron adjudicarse la corona frente a los New York Giants en siete juegos. En 1925 nuevamente los Senators llegaron al Clásico de Otoño, pero no pudieron repetir el campeonato.

Los lanzamientos de Johnson eran vertiginosos, formidables rápidas de 97-99 millas por hora. No por nada le llamaban el “Big Train”. Los bateadores se enteraban de que había lanzado sólo porque escuchaban el cantar de los strikes, una tras otro hasta acumular tres. Sin embargo, Johnson no era un demonio de la loma, sino un Dios, no sólo del Béisbol, sino del Respeto. Nunca insultó a alguno de sus compañeros, ni protestó alguna mala decisión, ni intimidó con lanzamientos malintencionados a los bateadores, a pesar de ser el líder de todos los tiempos en bateadores golpeados (203).

La última temporada de Johnson fue la de 1927, debido a la lesión en una de sus piernas. 21 años de carrera y 417 victorias, marca solo superada por Cy Young. Walter Johnson murió a los 59 años de un tumor cerebral. Leyeron bien. Walter Johnson murió, pero no la manifestación divina en el Juego de Pelota, pues hablando en términos teológicos de muertes y resurrecciones, en el Béisbol siempre habrá un nuevo día y nuevas ráfagas a los cielos de más lanzamientos y batazos.

martes, 4 de octubre de 2011

EPÍSTOLA PARA UN LECTOR


Estimado señor Capitán Tomate,

He seguido con interés el desarrollo de su bitácora, pero hasta ahora me he tomado el atrevimiento de escribirle, pues tengo algunas preguntas, sin otro afán que el de satisfacer la simple curiosidad. Ruego tenga la bondad de atenderlas, según sus ocupaciones lo permitan:

1. ¿Por qué no ha actualizado más frecuentemente la bitácora?

2. ¿El béisbol es siempre el único tema? Quiero decir, hay otros temas ligados a la condición humana, como por ejemplo la poesía, la pornografía, el anarquismo (contra puesto por cierto al nacional-socialismo), por mencionar algunos de ellos.

R.- Respondo las dos primeras preguntas a la vez.
Por favor, no me llames señor. No soy Jesucristo. “Capitán” es suficiente.
En cuanto a las preguntas... Béisbol, poesía, pornografía y anarquismo son un mismo tema. Desde luego, ello no está reñido con el tratamiento de los otros temas menores de la condición humana. Es una mera cuestión de prioridades. El silencio puede tener diferentes pausas, diferentes temas. Hay un silencio antes y después del estallido del bate y el rugido de la multitud. Sin embargo ese silencio y ese no-silencio son parte del mismo Juego. Así, la bitácora calla y cuenta, despierta de su sueño cuando el administrador pretende escribir y los lectores le atienden y rescriben en sus mentes lo dicho. Es el mismo Juego incesante, donde lo mismo cabe el colapso bostoniano que la caída del coronel Qadafi en Libia.
El silencio y el no-silencio no están supeditados a la frecuencia ni a la deliberación quántica, pues la escritura no es un producto industrial, acaso el sino de los tiempos. Hoy en día nos hemos vuelto industriales fríos y calculadores, en lugar de ser artesanos con vida y sueños propios. Soñemos un poco más. El silencio hace surgir los sueños. Como dijo Gonzalo Rojas refiriéndose al silencio: “tú nunca cesarías de estar en todas partes/ porque te sobra el tiempo y el ser, única voz/ porque estás y no estás, y casi eres mi Dios/ y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.”

3. ¿Esta afiliado a algún grupo subversivo?

R.- La verdadera subversión no consiste en cambiar un sistema por otro. La verdadera subversión consiste en liberarse de toda atadura.
Max Stirner sostenía: “Lo divino mira a Dios, lo humano mira al hombre. Mi causa no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni lo justo, ni lo libre, es lo mío, no es general, sino única, como yo soy único. Nada está por encima de mí.” Stirner era considerado un subversivo. En sus palabras en alemán casi puede escucharse el rumor del parque de pelota y del vendaval del Walt Whitman de “Hojas de Yerba.”
Otro ejemplo. Para Lysander Spooner, la cuestión clave para un anarquista –es decir para un subversivo según la visión actual–, es cómo combinar la completa libertad individual con alguna forma de cooperación social efectiva. ¿No es eso parte de la esencia del Béisbol? La combinación de la autosuficiencia individual con la cooperación social efectiva en aras del bien del equipo. El Béisbol es subversión. Porque creo en la subversión creo en el Béisbol como un elemento liberador de las ataduras de la conciencia y del cuerpo.

4. Odio a los Red Sox. ¿Le importaría obsequiarme el libro de béisbol que publicó?

R.- Buen intento. Aclaro, la bitácora jamás ha promovido el odio a un equipo de Béisbol. Muchos menos a un equipo con la formidable mística trágica de los Red Sox. No debemos confundir la rivalidad deportiva con el odio. La rivalidad es parte del Juego. El odio, parte de las heces de la condición humana. Y conste que cuando a finales de los 80’s Willie Aikens, Roy Johnson y Nelson Simmons se cansaban de desforrar la pelota en el viejo Ángel Flores, estuve muy cercano a sentir algo parecido al odio por ellos. Pero ante todo recuerda las reglas básicas del Béisbol: “Respeta al Juego. Respeta al rival. Respétate a ti mismo.”

5. ¿Quién financia la bitácora? ¿Carlos Slim ha atendido a sus solicitudes de donativos?

R.- La bitácora no es financiada por nadie. Y aún y cuando eventualmente recibiera financiamiento de Carlos Slim, Bill Gates, Brian Cashman, el Tea Party o el Banco Mundial, ellos jamás podrían comprar la conciencia del administrador. Por ende, los dispendios y delirios beisboleros son cortesía de la casa.

6. Leí que Zack Greinke, el lanzador de los Cerveceros, ha padecido ciertos desordenes psicológicos (depresión, aversión social, etc.). ¿Sabe de otros peloteros con problemas similares?

R.- Me gusta el apelativo de “Cerveceros”. No puedo pensar en ningún otro nombre mejor para un equipo de Béisbol. En cuanto a lo de Greinke, te recomiendo observar su mirada cuando prepara sus lanzamientos. Puedes leer en sus ojos la atroz batalla de quien se enfrenta a la soledad de la loma.
Es raro encontrar un pelotero que no esté loco. Estamos hablando de los subversivos de la Pelota. Un día, allá por principios de los 90’s, cayó en mis manos un reporte interno de los Tomateros de Culiacán. Según el reporte, todos estaban como una cabra. ¿Qué más da? ¿No es acaso una locura el suponer que es posible darle a una pequeña esfera con movimientos impredecibles a más de 90 millas por hora? Te invito a tratar de batearle una rápida a Justin Verlander de los Tigers. Si el loco persiste, se volverá cuerdo, como escribió Blake.


Un abrazo.

Freddy Cuberas


*

Estimado Freddy, gracias por acordarte de la bitácora y por leerla. Te respondo de parte del Capitán Tomate debajo de cada pregunta.

Saludos,

El administrador

jueves, 5 de mayo de 2011

EL VIEJO Y EL MAR




El Beisbol enseña a ganar honestamente, el beisbol enseña a perder con dignidad, el beisbol enseña todo, enseña la vida’

E.H.






—Tu asado es excelente —dijo el viejo.
—Hábleme de béisbol —le pidió el muchacho.
—En la Liga Americana, como te dije, los Yankees— dijo el viejo muy contento.
—Hoy perdieron —le dijo el muchacho.
—Eso no significa nada. El gran DiMaggio vuelve a ser lo que era.
—Tienen otros hombres en el equipo.
—Naturalmente. Pero con él la cosa es diferente. En la otra liga, entre el Brooklyn y el Filadelfia, tengo que quedarme con el Brooklyn.
Pero luego pienso en Dick Sisler y en aquellos lineazos suyos en el viejo parque.
—Nunca hubo nada como ellos. Jamás he visto a nadie mandar la pelota tan lejos. — ¿Recuerdas cuando venía a La Terraza? Yo quería llevarlo a pescar, pero era demasiado tímido para proponérselo. Luego te pedí a ti que se lo propusieras, y tú eras también demasia- do tímido.
—Lo sé. Fue un gran error. Pudo haber ido con nosotros. Luego eso nos hubiera que-
dado para toda la vida.
—Me hubiese gustado llevar a pescar al gran DiMaggio —dijo el viejo—. Dicen que su padre era pescador. Quizás fuese tan pobre como nosotros y comprendiera.
—El padre del gran Sisler no fue nunca pobre, y jugó en las Grandes Ligas cuando tenía mi edad. —Cuando yo tenía tu edad me hallaba de marinero en un velero de altura que iba al África, y he visto leones en las playas al atardecer.
—Lo sé. Usted me lo ha contado.
—¿Hablamos de África o de béisbol?
—Mejor de béisbol —dijo el muchacho—. Hábleme del gran John J. McGraw.
—A veces, en los viejos tiempos, solía venir también a La Terraza. Pero era rudo y bocón, y difícil cuando estaba bebido. No sólo pensaba en la pelota, sino también en los caballos. Por lo menos llevaba listas de caballos constantemente en el bolsillo y con frecuencia pronunciaba nombres de caballos por teléfono.
—Era un gran director —dijo el muchacho—. Mi padre cree que era el más grande.
¿Quién es realmente mejor director: Luque o Mike González?
—Creo que son iguales.
—El mejor pescador es usted.
—No. Conozco otros mejores.
—Qué va —dijo el muchacho— Hay muchos buenos pescadores y algunos grandes
pescadores. Pero como usted, ninguno.

-- Ernest Hemingway
“El Viejo y el Mar” (Fragmento)

miércoles, 4 de mayo de 2011

BEÍSBOL Y FILOSOFÍA



Raymond Angelo Belliotti, profesor de la Universidad Estatal de Nueva York publicó un formidable libro de su cosecha donde se aborda el paralelismo entre béisbol y filosofía.
La dinámica del libro torna en un gozo mayúsculo la lectura: se compara vida y filosofía de grandes peloteros y grandes filósofos. La intensidad de la mente de Ted Williams trae reminiscencias de Albert Camus y del Mito de Sísifo, porque el legendario bateador construía un camino de grandeza en cada temporada que se derrumbaba en los grandes juegos de Serie Mundial o de lucha por el banderín. Por su lado, la obsesión competitiva de Billy Martin recuerda a la del Príncipe de Nicolás Maquiavelo, donde la política es siempre un juego de suma cero, es decir, donde lo que ganan unos es siempre a costa de lo que pierden otros. No menos acertado, la filosofía campechana de Satchel Paige es comparada con la sabiduría de Marco Aurelio. Las múltiples facetas de Joe DiMaggio a su vez son equiparadas con la complejidad de la doctrina de Nietzsche. De modo similar, son analizados los puntos de conexión entre Joe Torre y Aristóteles, Jackie Robinson y Antonio Gramsci, Mickey Mantle y Santo Tomás de Aquino, John Franco y William James, José Canseco y Emmanuel Kant.
En definitiva, el profesor Bellioti ha escrito un claro ejemplo de cómo la filosofía se encuentra en el béisbol como en la vida misma y de que por lo tanto el estudio de aquélla es algo al alcance de todos, a única condición de abrir la mente al razonamiento y a las diferentes perspectivas de lo real-imaginario.

“Watching Baseball, Seeing Philosophy: The Great Thinkers at Play on the Diamond”
Raymond Angelo Belliotti
Editorial McFarland
198 pp.
Disponible en Amazon.com

martes, 3 de mayo de 2011

POEMA A SNOOPY



Snoopy conecta un hit,
mientras Lynus enreda su vista en la mantita,
corre Charlie Brown al límite del comic,
olvidándose del juego, preguntándose el sentido del brillo
del diamante entre la arena.

El lápiz del autor se turba, detiene el tiempo,
pasan inviernos e ideogramas musicales,
y le concede el lapsus,
toda la creación del mundo
que cabe
en la punta de un grafito.

-- Vladimir Baiza.

lunes, 2 de mayo de 2011

ELEGIA A MARTIN DIHIGO



Así como después de la tormenta
el guardabosque sale
para saber cuál ácana,
cuál guayacán, cuál ébano
cayó desarraigado por el viento,
así yo me detuve ante su cuerpo,
tronco de ramas frescas, húmedas todavía,
y lloré su caída.
Ahí viene.
Se lo llevan.
Con la fuerte cabeza reclinada
en su guante de pitcher va Dihigo.
El rostro de ceniza (la muerte de los negros)
y los ojos cerrados persiguiendo
una blanca pelota, ya la última.

Silencio.
Callados los amigos. El cortejo
pisa las calles de fieltro.
Ojos enrojecidos miran de las ventanas.

Está hecha de lágrimas la tarde.

-- Nicolás Guillén.

viernes, 29 de abril de 2011

CARLOS SLIM. EL CAPITAL




Celebrado por unos, odiado y temido por otros, el mexicano Carlos Slim es uno de los hombres más ricos del planeta, si no el más rico. Este es un hecho bien conocido por la mayoría. Quizá no sea un dato para celebrar en un país que de acuerdo al coeficiente de Gini el 10% de la población posee el 40% de la riqueza nacional, mientras al mismo tiempo cerca de 50 millones de personas viven en la pobreza. Sin embargo más allá de la evidente inequidad económica y social de México, no todos conocen los orígenes de Carlos Slim en los negocios; negocios que el administrador de esta bitácora conoce a ciencia cierta, tal y como se desprende de su narración sobre “Will Clark y la Conciencia de lo Imposible”.
¿Quién es realmente Carlos Slim?
Carlos Slim no representa al capitalismo ni a los capitalistas, es el Capital mismo. Él es consciente de ello y su conducta empresarial y filantrópica son testimonio inexorable, con lo que sea que esto pueda significar. De pequeño, Carlos Slim tomó sus primeras lecciones de capitalismo neoliberalista a lo Milton Friedman en el ámbito del intercambio de estampitas de béisbol. El niño que alguna vez fue se apersonaba en un puesto de dulces y caramelos para comprar estampitas, las cuales negociaba después con los colegas. Los trueques eran despiadados, nadie daba ni pedía cuartel. Slim en una libreta llevaba un registro meticuloso de todas las transacciones llevadas a cabo. Le interesaba saber si había ganado o perdido con los intercambios, según el desempeño estadístico de los peloteros retratados en las estampitas. Había altas y bajas en el mercado de estampitas de peloteros, bonanzas, burbujas financieras y depresiones. El secreto era emplear las estampitas repetidas para conseguir otras de mayor valor potencial y diversificar así el portafolio de inversiones y, sobre todo, comprar barato y vender caro.
A los 12 años, el joven Carlos –“Chuck”, para los amigos–, expandió su emporio de trueques beisboleros para adentrarse al no menos intrincado mundo de los bonos y las acciones. A los 30 años, Slim era ya propietario de una compañía de bebidas, además de ser corredor de bolsa. El resto es historia, ya vendrían inmuebles históricos, Inbursa, Telmex, Telcel, y un largo etcétera de negocios redituables. A lo mejor hasta sin saberlo, podríamos ser empleados de alguna empresa del citado magnate. El propio Carlos Slim reconoce haber acumulado su gran fortuna gracias al conocimiento adquirido en el intercambio de estampitas de béisbol –además de las buenas relaciones y de mantener en forma las neuronas observando juegos de béisbol, claro está.
El mega-multimillonario ha sido toda su vida un fanático de hueso colorado del béisbol, al grado de conocer de memoria la biografía de muchos de los grandes monstruos del juego de pelota como Ty Cobb y Honus Wagner. Su equipo favorito son los Yankees de Nueva York y su pelotero favorito es desde luego el Bambino Ruth. Slim incluso hasta se compró una casa en Nueva York, no sólo para atender sus múltiples negocios en esa ciudad, sino también para ir más seguido al Yankee Stadium. Seguramente más de uno cuestionará cándidamente la predilección por el béisbol de parte de Carlos Slim. “No hay suficientes números en el fútbol”, afirmó el empresario en una entrevista con la agencia de noticias Bloomberg. En otras palabras, el béisbol es una de las más altas formas de expresión de la estadística, matemática logarítmica, en contraste con el simple álgebra de otros deportes menores.
¿La lección? Si quiere que sus hijos sean empresarios fructíferos –o al menos que aprendan a hacer con cierta virtud la cuenta del supermercado–, no los fastidie cuando vea en ellos el extraño brillo del azoro en los ojos de quien ha ganado una estampita de béisbol altamente cotizada. Se lo dice aquí un antiguo traficante y especulador de estampitas de peloteros, aunque desde luego uno más modesto y no tan conocido como el señor Slim.





Nota. Estimado Chuck, ¿qué tal un intercambio de la estampita Topps 1988 de Will Clark por la que posees de Honus Wagner, en concreto la de la extinta compañía tabacalera? Piénsalo bien, el “good will” de la estampita del Natural ha subido un 1000% desde la publicación del libro de “Dime que no fue así, Joe”. Es más, si aceptas el trueque, hasta te regalo un ejemplar del libro, una pelota autografiada por el Almirante Nelson Barrera y una gorra de los Tomateros de Culiacán. Negocios son negocios.

jueves, 28 de abril de 2011

LINE-UP


Hemingway se encuentra en una mala racha
ya no puede ni darle a una puta curva,
estoy colocándolo como sexto en el orden.
a Céline lo pondré para limpiar las bases,
es inconsistente, pero cuando anda bien
no hay nadie mejor.
Hamsum será el tercero en el orden,
conecta duro y seguido.
para abrir, para abrir,
meteré a e.e. cummings,
es rápido y puede embasarse con un toque.
a Pound lo usaré como segundo en la tanda,
Ezra es uno de los mejores jugadores
en lo que respecta al bateo y corrido.
el quinto turno va para
Dostoevsky,
un bateador de poder, grandioso
con gente en base.
el séptimo turno se lo daré a Robinson
Jeffers, ¿pueden siquiera imaginar
a alguien mejor?
él puede poner a volar 350 pies
a doña Blanca.
el octavo turno es para mi
receptor, J.D. Salinger,
siempre y cuando lo
encontremos.
¿para lanzar?
¿qué tal Nietzsche?
tiene fuerza
ha estado rompiendo todos los aparatos
del gimnasio.

¿coaches?

me quedo con Kierkegaard y
Sartre
camaradas deprimentes,
pero nadie conoce mejor
este juego.

cuando entremos al campo,
se acabará el juego,
señores.

vamos a patear algunos
traseros, probablemente
los vuestros.


-- Charles Bukowski.
Versión al español del indolente administrador de esta bitácora.

DALÍ. EL BEÍSBOL Y EL DESTINO


El béisbol posee una fuerza y una persistencia estética propia de las bellas artes. La geometría del movimiento de bates, pelotas, guantes y jugadores alimenta el rumor de los espectadores, en escenas donde lo posible y lo imposible recrean un entresijo sobre lo concreto-real, es decir, recrean una manifestación por encima de la realidad. Por ello no debe extrañar que el gran maestro del surrealismo, Salvador Dalí subrayara su fascinación por el juego de pelota como una portentosa inspiración visual, al hablar del béisbol como un juego del que "como individuo, no sé nada, pero como artista, me obsesiona.
“He venido a Hollywood y me he tropezado con tres grandes surrealistas americanos: los hermanos Marx, Cecil B. DeMille y Walt Disney” escribía Dalí a André Breton en 1937. Dalí conoció personalmente a Disney en 1945. Un año después la compañía Walt Disney contrató a Dalí para trabajar en un cortometraje animado, donde el artista catalán aplicaría su método paranoico-crítico alrededor de la historia de una bailarina enamorada de un pelotero.
El método paranoico-crítico fue definido por el pintor como un vehículo o medio espontáneo de conocimiento irracional, cifrado en la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes de la propia realidad, donde lo paranoico se asociara con la materia blanda y maleable como el queso camembert, y lo crítico se asociara con lo duro e inalterable como la Torre de Babel; tiempo y espacio como dimensiones oníricas y reales.
El proyecto se tituló “Destino” y estaba inspirado en la composición musical homónima del mexicano Armando Domínguez. Sin embargo, al parecer por problemas de presupuesto y de comercialización, “Destino” no pudo llevarse a cabo en las condiciones iniciales.
Décadas después, en 2003, Roy Disney, nieto del fundador, decidió recuperar el corto, del que sólo existían 15 segundos experimentales, y montó un film de dibujos animados de siete minutos. El director francés y experto en animación Dominique Monfery utilizó la técnica 3D con el fin de proporcionarle a los dibujos animados la calidad plástica y la dimensionalidad propia de los trabajos realizados por Dalí en la propuesta original.
Conforme a la propia idea original, el cortometraje relata los amores de una bailarina por un jugador de béisbol, dentro de un contexto daliniano: relojes blandos, hormigas furiosas, perspectivas forzadas, sombras estilizadas y sugerencias sexuales enfermizas y repulsivas. La bailarina sufre una metamorfosis y adquiere el carácter de una mujer-pelota; el pelotero, en cambio, toma un bate para tornarse en un hombre-bate. Pelota y bate se conocen, se gustan, pero el tiempo, representado por el dios griego Cronos, se impone. El juego que no termina ha de terminar, aunque sólo sea para iniciar de nuevo; el juego persiste en la memoria. Al mismo tiempo, en “Destino” el béisbol es una coreografía de lo romántico, es decir, de la trasgresión, de lo obsesivo, de lo duro y de lo blando, mas la realidad y sus límites no pueden escapar al destino, el sueño termina en la ilusión del movimiento.
El cortometraje “Destino” puede ser visto en la siguiente liga:
http://www.tridimagine.com/2011/01/destino-salvador-dali-y-disney.html

miércoles, 27 de abril de 2011

NUEVE ENTRADAS CON KURT VONNEGUT



Kurt Vonnegut (Indianápolis, 11 de noviembre de 1922; Nueva York, 11 de abril de 2007) es uno de los escritores fundamentales de la literatura americana y de la contracultura, autor de novelas como "Matadero 5", "Las Sirenas de Titán" y "Desayuno de campeones".
Vonnegut, irreverente, incisivo, observador y humorista (negro), como testigo de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, en su obra escrita y en sus conferencias se caracterizó por su visión pesimista y ácida de la vida, así como por su visión crítica de las llamadas instituciones políticas y sociales. A manera de homenaje a su talento, varios de los libros de Vonnegut son considerados obscenos por grupos ultra-conservadores.
El administrador de esta intermitente bitácora se había reservado la publicación de esta entrevista exclusiva a Kurt Vonnegut.






Mister Vonnegut, aún sigue con el mostacho. ¿Es algún tipo de homenaje, digamos a los bigotones de los Atléticos de Oakland de la década de los 1970’s?

¿Sabes lo que es el ADN? Quiero que quede muy claro que este bigote que uso es el bigote de mi padre. Debí haber traído una fotografía suya.
Mi hermano mayor, Bernie, ahora fallecido, fue un físico y químico que descubrió que el yoduro de plata a veces puede hacer que nieve o que llueva; él también usaba este bigote

¿Pero le agrada o no el béisbol?

¿Por qué no habría de agradarme? ¿Pero qué es el béisbol? ¿No cabe hablar de distintas variantes del juego? Quiero decir, he seguido muchos juegos de béisbol, tanto de aficionados como de profesionales, mas el béisbol moderno es un juego de origen americano y ya sabes que los americanos terminamos por joderlo todo. Simplemente, analiza el tema de los esteroides, con tal de sobresalir los peloteros no dudan en arriesgar su salud.

¿Por qué dice que “los americanos lo joden todo”?

Porque el espíritu americano es joder las cosas, eso sí, para salvar al mundo, al menos el suyo. Piensa en el tema de las guerras. El otro día le pregunté al antiguo pitcher de los Yankees Jim Bouton su opinión sobre nuestra gran victoria en Irak y me dijo: "Mohammed Alí contra el señor Rogers".
Se trata de guerras que, con un noble pretexto u otro, tienen el objetivo real de incrementar los recursos naturales y los cuadros de mano de obra dócil que tienen a su disposición los americanos más ricos y con los mejores contactos políticos.
Casi siempre es un error mencionar a Abraham Lincoln en un discurso sobre otro tema u otra persona. Siempre roba cámara, y yo estoy a punto de citarlo.
Lincoln era sólo un congresista en 1848, cuando dijo lo que estoy por citar. Se sentía descorazonado y avergonzado por nuestra guerra contra México, país que nunca nos atacó. Nos estábamos adueñando de California, y de un montón de personas y propiedades, y lo estábamos haciendo como si perpetrar una carnicería contra soldados mexicanos que sólo defendían su patria de los invasores no fuera asesinato.
¿De qué más nos apoderamos, además de California? Bueno, estaba Texas, Nuevo México, Utah, y partes de Colorado y Wyoming. La persona a la que se dirigió el congresista Lincoln cuando dijo lo que voy a citar era James Polk, quien entonces era nuestro presidente. Abraham Lincoln dijo sobre Polk, su presidente, el comandante en jefe de nuestras fuerzas armadas: "Confió en escapar del escrutinio al procurar que la mirada pública se fijara en la excelsa brillantez de una gloria militar; ese atractivo arco iris que surge después de las lluvias de sangre; en ese ojo de serpiente que hipnotiza antes de destruir. Fue entonces cuando se arrojó a la… guerra".
¡Caramba! Casi se me sale decir "¡la puta guerra!" ¡Y yo aquí, creyéndome escritor!
¿Sabían usted que incluso fue capturada la ciudad de México durante la guerra que encabezamos contra ese país? ¿Por qué no celebramos esa captura con un día festivo nacional? ¿Y por qué no está el rostro de James Polk en el monte Rushmore junto con el de Ronald Reagan?
Lo que hacía que México fuera un país tan malvado en la década de 1840, es decir, mucho antes de nuestra guerra civil, era que la esclavitud era ilegal en su territorio. ¿Se acuerdan de la batalla del El Álamo? Ese es un claro ejemplo de lo que digo.
Pero en esto de joder las cosas, los conservadores se llevan la palma.

¿Los conservadores? ¿Cómo define usted a los conservadores? ¿No es quizá una forma fácil de llamar al otro, al que no piensa como nosotros?

¿Qué son los conservadores? Son personas dispuestas a mover cielo y tierra, si es necesario; y que están dispuestas a arruinar una compañía o un país o al planeta, con tal de probar ante nosotros y ante sí mismos que son superiores a todos los demás, con la única excepción de sus amigos. Ellos cuidan mucho de sus amigos; cuidan que no vayan a dar a la cárcel y esas cosas.
Los conservadores están locos como chinches. Son bravucones.

¿Hay conservadores en el béisbol?

Los hay en todos lados, no sólo en el béisbol, siempre hay imbéciles en todos los ámbitos. Y no basta con querer ser bueno. Mark Twain dijo: “Sé bueno y serás solitario". Es una frase de “Siguiendo al Ecuador.”
Ahí están los programas de televisión de hoy en día, incluyendo las transmisiones de béisbol. Una de las cosas terribles de la televisión es que si una persona muere en ella, no habrá sido en vano; habrá sido entretenimiento.
Hemos sufrido una calamidad tecnológica. La televisión es ahora nuestra forma de gobierno. ¿Qué razones tenemos para protestar contra la guerra de los conservadores, con ese afán de uniformar conciencias? Podría nombrar muchas razones pero sólo necesito mencionar una, que es el sentido común

¿Podríamos suponer entonces que los conservadores del béisbol son quienes impiden a Pete Rose la entrada al Salón de la Fama?

¿Pete Rose? P… madre. Casi maldigo de nuevo. Has dado con un buen ejemplo. Pete Rose consiguió más de 4,000 hits, ¿no? Es el líder de todos los tiempos en ese rubro. Entonces, hay una falta de sentido común en negarle el acceso al Salón de la Fama. ¿Qué fue un apostador? Puede ser. ¿Pero qué autoridad tienen aquéllos que le niegan el acceso al Salón de la Fama? ¿Acaso son hombres libres de toda mácula? ¿Acaso el Salón de la Fama no tiene ya un montón de peloteros y directivos de dudosa reputación dentro y fuera del campo? Son las incongruencias propias de la doble moral de los conservadores. En estricto sentido, si nos atenemos a los conservadores, en el Salón de la Fama sólo estarían Lou Gehrig, Roberto Clemente y un puñado más. Ni siquiera habría lugar para el bebedor y tragón del Babe. Repito: “Sé bueno y serás solitario".

Muchos aficionados al béisbol desearíamos ver jugar de nuevo a peloteros como Cy Young, Babe Ruth, Ted Williams, Juan Marichal, Sandy Koufax y Rod Carew, por mencionar a algunos peloteros de leyenda. ¿Eso no es una forma de conservadurismo?

No, en lo absoluto. No debemos confundir la simple admiración hacia figuras históricas del béisbol con la actitud de impedir la evolución natural del deporte y el libre intercambio de ideas. Añoranza del pasado no significa represión del presente. Uno debe aprender del pasado y tomar elementos de ese pasado para mejorar el presente y las posibilidades del futuro, mas todo ello no implica cancelar el futuro.

Al escucharle, da la impresión de que su pensamiento está marcado por la política.

Mis motivos para escribir son del tipo político. Yo estoy de acuerdo con Stalin y Hitler y Mussolini en cuanto a que todo escritor debe servir a su sociedad. Está claro que no estoy de acuerdo con estos dictadores en cómo los escritores deben servir a esa sociedad. En lo que a mí concierne, yo creo –tienen que serlo desde un punto de vista biológico– que deben ser agentes de cambio. Los escritores son células especializadas dentro del organismo social. Y son células evolucionistas. La humanidad todo el tiempo está intentando convertirse en otra cosa; está experimentando con nuevas ideas todo el tiempo. Y los escritores son el medio por el que esas nuevas ideas son introducidas a la vez que un medio de responder simbólicamente a la vida

¿Los peloteros tienen también esa capacidad de responder simbólicamente a la vida?

Los peloteros son el reflejo fiel de la evolución de la que hablo. Pensemos en cualquiera de los grandes peloteros de hace más de cien años. Si te gusta el béisbol, esos antiguos peloteros de seguro serían jugadores que te agradarían. Digamos, Honus Wagner. Pero un pelotero de ese calibre representa el béisbol de su día, del momento histórico del que le tocó participar, como en estos momentos podría serlo Derek Jeter. Claro, me dirás que siempre hay peloteros adelantados a su época como en su momento lo fue Jackie Robinson, pero no es que Jackie Robinson quisiera evolucionar, pues él mismo era una célula evolucionada del tejido social, una evolución imparable. Somos lo que pretendemos ser, por lo tanto debemos cuidar aquello que pretendemos ser.





Nota. Algunos de las respuestas de Vonnegut son citas de textos tomados de conferencias y obras suyas, con la idea de difundir su pensamiento, en cualquier caso se reconoce el derecho de autor donde sea aplicable.

EL BEÍSBOL ME LLEVÓ A LA ESCRITURA


Yo tenía ocho años. En ese momento de mi vida, nada era para mí más importante que el béisbol. Los New York Giants eran mi equipo favotiro, y yo seguía la carrera de esos hombres de gorra negra y naranja con toda la devoción de un auténtico creyente. Incluso ahora, al recordar el equipo que ya no existe, que jugaba en un estadio que ya no existe, puedo recitar los nombres de casi todos los jugadores de la lista. Alvin Dark, Whitey Lockman, Don Mueller, Johnny Antonelli, Montee Irvin, Hoyt Wilhelm. Pero nadie era más grande, nadie más perfecto ni más merecedor de ser adorado que Willie Mays, el incandescente chico "Say-Hey Kid".
Aquella primavera, me llevaron a mi primer juego de Grandes Ligas. Unos amigos de mi padre tenían asientos en un palco del Polo Grounds, y una noche de abril fuimos juntos a ver a los Giants contra los Milwaukee Braves. No sé quién ganó, ni siquiera puedo recordar algún detalle del juego, pero lo que sí recuerdo es que cuando terminó mis padres y sus amigos se quedaron sentados hablando hasta que todos los demás espectadores se habían marchado. Se hizo tan tarde que tuvimos que atravesar caminando el "diamante" y salir por la puerta del jardín central, que era la única abierta todavía. Por casualidad, esa puerta estaba justo bajo el vestidor de los jugadores.
En el momento en que nos acercábamos a la barda, pude ver a Willie Mays. No había la menor duda. Era Willie Mays, ya sin uniforme y parado allí en ropa de calle a menos de tres metros de mí. Logré hacer que mis piernas se movieran en dirección a él y, después, tras reunir hasta la última onza de valor, logré forzar algunas palabras en la boca.
- ”Señor Mays dije, ¿podría darme su autógrafo?”
Él debía de tener veinticuatro años, pero no me atreví a pronunciar su nombre de pila.
La respuesta a mi pregunta fue brusca pero amistosa.
- “Por supuesto, chico”, dijo. “¿Tienes un lápiz?”
Mays estaba tan lleno de vida, recuerdo, tan lleno de energía juvenil, que seguía saltando un poco mientras hablaba.
Yo no tenía un lápiz, así que le pedí a mi padre que me prestara el suyo. Él tampoco tenía. Ni mi madre. Ni ninguno de los adultos, según resultó.
El gran Willie Mays estaba allí observando en silencio. Cuando fue evidente que nadie del grupo tenía nada con qué escribir, se volvió hacía mí y se encogió de hombros.
”Lo siento, chico”, dijo. “Si no tienes lápiz, no puedo darte un autógrafo.”
Y después salió del parque de béisbol y desapareció en la noche.
Yo no quería llorar, pero me empezaron a bajar lágrimas por las mejillas, y no había nada que pudiera detenerlas. Aún peor, lloré todo el camino a casa en el auto.
Sí, estaba aplastado por la desilusión, pero también me rebelaba contra mí mismo por no poder controlar las lágrimas. No era un bebé. Tenía ocho años, y se supone que los chicos grandes no lloran por cosas así. No sólo no tenía el autógrafo de Willie Mays, tampoco tenía nada más. La vida me había puesto a prueba y yo había fallado en todos sentidos.
Después de esa noche, empecé a llevar un lápiz a cualquier parte que iba. Se me hizo un hábito no salir nunca de casa in asegurarme de llevar un lápiz en el bolsillo. No es que tuviera algún plan en especial para ese lápiz, pero no quería estar desprevenido. Una vez me habían sorprendido con las manos vacías, y no iba a dejar que pasara de nuevo.
En todo caso, los años me enseñaron esto: “Si llevas un lápiz en el bolsillo, hay una buena posibilidad de que un día te sientas tentado a empezar a usarlo.”
Como me gusta decirle a mis hijos, así es como convertí en escritor.

1995
Paul Auster
The Red Notebook: True Stories.


Nota. Tras enterarse de la historia de Paul Auster, Willie Mays le hizo llegar una pelota autografiada, lo cual como apunta Auster demuestra que el béisbol y la escritura pueden cambiar la realidad.

martes, 26 de abril de 2011

CRIMENES EJEMPLARES DEL BEÍSBOL III



Retomando la serie de crímenes ejemplares del béisbol, como homenaje a la sutil ironía -¿acaso el recurso literario más incomprendido?- de Max Aub, en esta ocasión citamos directamente textos del autor

“¡Era safe, señor! Se lo digo por la salud de mi madrecita, que en gloria esté… Lo que pasa es que aquel ampáyer la tenía tomada con nosotros. En mi vida he pegado un batazo con más ganas. Le volaron los sesos como atole con fresa…”

“Me la devolvió rota, señor. Y me dio una penada… Y se lo había advertido. Y me la quería pagar, la muy… Eso, sólo con la vida.”

“Matar a Dios sobre todas las cosas, y acabar con el prójimo a como haya lugar, con tal de dejar el mundo como la palma de la mano. Me cogieron con la mano en la masa. En aquel campo de fútbol: ¡tantos idiotas bien acomodados! Y con la ametralladora, segando, segando, segando. ¡Qué lástima que no me dejaran acabar!”

“¡Tenía el cuello tan largo!”

"SMOKEY JOE" WILLIAMS


Cuando uno piensa en el más grande lanzador de las legendarias Ligas Negras, de inmediato viene a la mente el nombre de Satchel Paige. Sólo un misterio podría ser más grande que el gran Satchel Paige, y ese misterio se encarna en la persona de “Smokey Joe” Williams.
No se sabe a ciencia cierta cuándo nació y cuándo murió Joseph Williams, mejor conocido como “Cyclone Joe” o “Smokey Joe”. Las fuentes apuntan a que “Smokey Joe” vio la luz en Seguin, Texas, un 6 de abril de 1885 o quizá de 1886, y que falleció el 12 de marzo de 1946 –una farsa al parecer–, o quizá en 1951 ó 1952. Lo que sí se sabe es que era un espigado gigante de 1.95 metros y 90 kilos con una bola rápida al nivel de los más furiosos lanzamientos de Walter Johnson, Chief Bender, Rube Marquad, Waite Hoyt y Grover Cleveland Alexander, a quienes llegó a vencer, incluyendo dos veces a Johnson y una a Alexander con home-run incluido; todo ello en juegos de exhibición claro está porque los jugadores negros no eran aceptados en las Grandes Ligas, y “Smokey Joe” tenía no sólo sangre comanche, sino también sangre negra.
El formidable velocista inició su carrera profesional en 1905 en San Antonio, donde tuvo números de ganados y perdidos de 28-4, 15-9, 20-8 y 32-8. “Smokey Joe” tenía un buen repertorio de lanzamientos rápidos, pero el mejor de ellos era su bola ciclónica de humo, tal y lo sugieren con tino sus apodos. En 1909, en un juego de exhibición contra un equipo de Chicago patrocinado por el padre de las Ligas Negras, Rube Foster, “Smokey Joe” tiró una blanqueada que fue su pasaporte al norte de los Estados Unidos con los Lincoln Giants.
El 24 de octubre de 1912, “Smokey Joe” se enfrentó a los campeones de la Liga Nacional, los New York Giants, quienes venían de perder la Serie Mundial con los Boston Red Sox y “Smoky Joe” Wood. El pelotero negro dejó en cuatro imparables y 20 ponches a los orgullosos blanquitos, para una victoria de 6 a 0. “Nice job, Smokey”, le dijo al final un jugador rival.
La victoria no fuera mera casualidad, pues en su trayectoria, “Smokey Joe” solía verse dominante ante los equipos de Grandes Ligas. Tampoco era extraño que “Smokey Joe” Williams lanzara juegos con más de una veintena de ponches, pero en agosto de 1930, ya cuarentón y jugando para los Homestead Grays se dio el gusto durante 12 innings de abanicar a 27 bateadores de los Kansas City Monarchs. De hecho, ese mismo año, venció 1-0 en el único juego en el que se llegó a enfrentar a un incipiente portento llamado Satchel Paige. Este sin dudar afirmó haberse enfrentado al más grande lanzador de todos los tiempos en las Ligas Negras.
Durante su carrera, “Smokey Joe” jugó para los siguientes equipos en los Estados Unidos: San Antonio Black Bronchos, Chicago Leland Giants, New York Lincoln Giants, Chicago American Giants, Atlantic City Bacharach Giants, Brooklyn Royal Giants, Homestead Grays, Detroit Wolves. De igual modo, el estelar pitcher tuvo su paso por el Caribe en Cuba y hasta dicen algunos que por México. Nunca jugó en Grandes Ligas por el débil motivo de ser de raza negra.
Tras su retiro en 1934, “Smokey Joe” al parecer trabajó como bartender en la ciudad de Nueva York. ¿Cuántas historias no tendría para contar en el bar? Ty Cobb, quien no solía hablar bien de otros peloteros, mucho menos de los peloteros negros, observó que “Smokey Joe” tuvo facultades para ser un ganador regulador de 30 juegos o más en las Grandes Ligas. No se diga más, Ty Cobb dixit.

lunes, 11 de abril de 2011

JUEGOS DE AMOR Y MALQUERENCIA



Esta novela llegó a mis manos como un préstamo del Lic. Landeros: “A ti que te gusta el béisbol, puede también que te guste esta novela.” La historia se centra en 10 trabajadores del campo y un perro, el Chamuquillo , por allá en la comarca lagunera, en concreto en el pueblo de Santa Teresa. El béisbol de los Tereseros de Santa Teresa se presenta en estas páginas como un divertimiento, como un fervor por la liturgia de la pelota y a la vez como un entresijo esencial donde la amistad, el amor –o mejor dicho, la franca calentura–, el sotol, el honor, el misterio y la muerte tienen cabida. En efecto, como en la vida misma, la muerte ronda en todo momento, cual telón de fondo: un asesinato no resuelto, un misterio tras otro misterio, el del béisbol mismo. Una historia bien contada, con un lenguaje llano y sin artificios innecesarios: “El juez gritó ponche y nos quedamos a una carrerita mientras Sixto Benavides y su gente tiraba cachuchas al aire, pegaban gritos, mentaban madres y daban manotazos de puritita felicidad.” Lenguaje y béisbol en perfecta armonía. Para leer de un sentón, si señor. “Juegos de amor y malquerencia”, Jaime Muñoz Vargas Editorial, Joaquín Mortiz, 2003, 127 pp.

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