“El Beisbol enseña a ganar honestamente, el beisbol enseña a perder con dignidad, el beisbol enseña todo, enseña la vida’
E.H.
E.H.
—Tu asado es excelente —dijo el viejo.
—Hábleme de béisbol —le pidió el muchacho.
—En la Liga Americana, como te dije, los Yankees— dijo el viejo muy contento.
—Hoy perdieron —le dijo el muchacho.
—Eso no significa nada. El gran DiMaggio vuelve a ser lo que era.
—Tienen otros hombres en el equipo.
—Naturalmente. Pero con él la cosa es diferente. En la otra liga, entre el Brooklyn y el Filadelfia, tengo que quedarme con el Brooklyn.
Pero luego pienso en Dick Sisler y en aquellos lineazos suyos en el viejo parque.
—Nunca hubo nada como ellos. Jamás he visto a nadie mandar la pelota tan lejos. — ¿Recuerdas cuando venía a La Terraza? Yo quería llevarlo a pescar, pero era demasiado tímido para proponérselo. Luego te pedí a ti que se lo propusieras, y tú eras también demasia- do tímido.
—Lo sé. Fue un gran error. Pudo haber ido con nosotros. Luego eso nos hubiera que-
dado para toda la vida.
—Me hubiese gustado llevar a pescar al gran DiMaggio —dijo el viejo—. Dicen que su padre era pescador. Quizás fuese tan pobre como nosotros y comprendiera.
—El padre del gran Sisler no fue nunca pobre, y jugó en las Grandes Ligas cuando tenía mi edad. —Cuando yo tenía tu edad me hallaba de marinero en un velero de altura que iba al África, y he visto leones en las playas al atardecer.
—Lo sé. Usted me lo ha contado.
—¿Hablamos de África o de béisbol?
—Mejor de béisbol —dijo el muchacho—. Hábleme del gran John J. McGraw.
—A veces, en los viejos tiempos, solía venir también a La Terraza. Pero era rudo y bocón, y difícil cuando estaba bebido. No sólo pensaba en la pelota, sino también en los caballos. Por lo menos llevaba listas de caballos constantemente en el bolsillo y con frecuencia pronunciaba nombres de caballos por teléfono.
—Era un gran director —dijo el muchacho—. Mi padre cree que era el más grande.
¿Quién es realmente mejor director: Luque o Mike González?
—Creo que son iguales.
—El mejor pescador es usted.
—No. Conozco otros mejores.
—Qué va —dijo el muchacho— Hay muchos buenos pescadores y algunos grandes
pescadores. Pero como usted, ninguno.
-- Ernest Hemingway
“El Viejo y el Mar” (Fragmento)
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