miércoles, 9 de septiembre de 2009

CRÍMENES EJEMPLARES DEL BÉISBOL II


¿Qué me ven? Si tenía razón Don Drysdale: Para qué le voy a regalar cuatro lanzamientos al bateador en una base intencional, si de un solo lanzamiento le puedo dar la base y además un buen madrazo.

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Quien avisa no traiciona y yo se lo dije clarito cuando le vi clavando los spikes en la caja de bateo: “Cava bien ese hoyo porque ahí te voy a enterrar.”

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Se quedó esperando la recta el muy iluso. Bien torcido de la cintura quedó con el sinker que le clavé abajito, abajito.

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Soy el señor ampáyer y lo eché porque dijo sentirse mal. Era preciso actuar de esa forma. No hay nada de que extrañarse. Cuando le canté el tercer strike abajo y en la esquina, me miró y me habló con palabras entrecortadas… sí, entrecortadas, algo así como los moribundos: “Estoy enfermo de tus putas decisiones”. Y a la calle, faltaba más, para que lo atendieran los médicos.

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No fue adrede. No me dejaba acercarme al home. A pura rápida pegada me traía. No me permitía batear a gusto por mi banda. Hasta me tiró una bola a la altura de las orejas. Yo sólo me eché más pa’ atrás y saqué a tiempo el bate. Si al darle con ganas por el puro centro del diamante, qué culpa puedo tener de que su cabeza haya reventado como sandía.

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