Lo que acontece en Yankee Stadium es siempre especial. 15 de julio de 2008. Juego de Estrellas. El último Juego de Estrellas en Yankee Stadium. Liga Nacional contra Liga Americana. Dos mexicanos presentes. Varias caras nuevas. 15 entradas de béisbol mágico. Pitcheo impoluto: Ben Sheets, Carlos Zambrano, Dan Haren, Brandon Webb, Cliff Lee, Roy Halladay… Mariano Rivera aclamado por el público. A-Rod quedó a deber. Una delicia (siempre) ver jugar a Miguel Tejada. Justin Morneau y su swing elegante. El fildeo extraordinario del receptor Rusell Martin. El brazo del jardinero Nate McLouth. Los errores de Dan Uggly (Uggla). Joakim Soria imponente. Adrián González a la altura. David Faittelson con cara somnolienta desde la novena entrada. Candy Maldonado rogando encarecidamente por un toque para avanzar a los corredores. Los managers que olvidaron el librito en el hotel. Ernesto Jerez con su “no, no, no” en la garganta. Al final cae la carrera. Anota la Liga Americana. 3-4. La Liga Nacional se queda tendida sobre el terreno. El Juego de Estrellas de más larga duración en la historia. Un maratón formidable de cuatro horas y cincuenta minutos. Esto es Yankee Stadium. Yo madrugo al rato. Dormiré 5 horas. Qué importa. Esto es béisbol.
miércoles, 16 de julio de 2008
martes, 15 de julio de 2008
YANKEE STADIUM, EL INTOCABLE
¿Qué por qué no hablo del adiós a Yankee Stadium? ¿Acaso no me he enterado de que se juega el último juego de estrellas en Yankee Stadium? ¿Acaso no sé que van echar abajo a Yankee Stadium después de la temporada 2008? Yo les digo: ¿para qué?
Seré breve. Yankee Stadium no se toca.
Seré breve. Yankee Stadium no se toca.
Una cosa es abatir, derruir o demoler un montón de ladrillos y otra cosa muy distinta es sostener que Yankee Stadium dejará de existir. Yankee Stadium es inmortal. ¿Cómo olvidar el genio del Bambino, el hombre que a punta de batazos, cual un Miguel Ángel con cincel en mano construyó Yankee Stadium? ¿Cómo olvidar a Miller Huggins? ¿Cómo olvidar la despedida del caballo de hierro Lou Gehrigh? (Lou Gehrigh eras mejor que nadie) ¿Cómo olvidar las glorias de las innumeras Series Mundiales conquistadas? ¿Cómo olvidar los enfrentamientos con los Dodgers de Brooklyn? ¿Cómo olvidar a Joe Louis destrozando a Schmeling, mientras Hitler ante un televisor deletreaba la palabra estupefacto? ¿Cómo olvidar la magia prodigiosa de Mickey Mantle? (Mickey Mantle, el sonido de su bate era una sinfonía) ¿Cómo olvidar al inolvidable Joe DiMaggio? ¿Cómo olvidar la sabiduría de Casey Stengel? ¿Cómo olvidar a la vaca sagrada de Phil Rizzuto? ¿Cómo olvidar los 61 cuadrangulares de Roger Maris? (61 cuadrangulares, por dios.) ¿Cómo olvidar el Juego Perfecto de Don Larsen? ¿Cómo olvidar al ebrio elegante de Billy Martin? ¿Cómo olvidar a ese portento de la loma que era Catfish Hunter? ¿Cómo olvidar los 25 triunfos de Ron Guidry? ¿Cómo olvidar al gran Capitán Thurman Munson? ¿Cómo olvidar al bigotón Don Mattingly? ¿Cómo olvidar a Bernie Williams? ¿Cómo olvidar las ojeras sicilianas de Joe Torre? ¿Cómo olvidar el bate oportuno de Scott Brosius? ¿Cómo olvidar todas las glorias y todas las no glorias, grandiosas también porque sucedieron en Yankee Stadium?
Yankee Stadium forever.
Yankee Stadium forever.
lunes, 14 de julio de 2008
LOS MISTERIOS DEL LOBO
"Exijo una explicación”, decían los personajes de Condorito al final de cada chiste. Vamos, que nadie lo sabe todo. Hay cosas que uno por más que quiera nunca va a entender: el amor, la combinatoria discreta, la ley del seguro social. Son los dogmas de la Fe diría el padre Cuco. De acuerdo, llámenle como quieran. Yo puedo comprender que haya una cosa tan rara, inverosímil e inexplicable llamada Santísima Trinidad (los tres seres distintos y un solo dios). Yo puedo asimilar que después de arrasar con Irak, los americanos se sientan los salvadores del mundo civilizado. Más aún, yo puedo tener una noción vaga de por qué hay gente que disfruta las películas de Adam Sandler. Pero no, señores, yo no puedo tener ni la más remota idea de por qué ese gran Tomatero que es Paquín Estrada dirigirá a los naranjeros de Hermosillo, mientras ese venado de lesa humanidad que es Juan José Pacho dirigirá a los Tomateros de Culiacán. ¿Infiltrados para corromper el Imperio desde adentro? ¿Cosa de billetes? ¿Despecho puro? ¿Hermeneútica beisbolera? ¿Mera casualidad? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Esa lógica arcana definitivamente no es la mía. Si, como proponen algunos ateos, todo viene del azar, entonces yo les digo que el azar es verdaderamente perverso, un lobo impávido, casi criminal…
sábado, 12 de julio de 2008
ADIÓS A BOBBY MURCER
No, nunca fue como Mickey Mantle, con quien tanto se le comparó al inicio de su carrera, pero en cambio fue un sólido parador en corto por 17 temporadas que incluso se convirtió en el tercer Yankee (después de Dimaggio y Mantle) en ganar más de cien mil dólares al año. De 1971 a 1974, Murcer participó en el Juego de Estrellas. En 1972 obtuvo el Guante de Oro.
En los años 1980’s, Mercer fue comentarista de los juegos de los Yankees, haciendo equipo con el gran Phil Rizzuto, Frank Messer y Bill White. Es difícil no recordar su inconfundible acento sureño de Oklahoma (algo así como la versión americana del acento culichi). Cuando en una ocasión alguien lo criticó al respecto, Mercer respondió imperturbable: “He pasado más de cuatro décadas tratando de perfeccionar ese acento y tengan por seguro que no lo voy a cambiar.”
Bobby Mercer falleció el 12 de julio de 2008 a los 62 años. Descanse en paz ese hombre que tanto amó la camiseta Yankee. Lo despedimos con estos versos del poeta Antonio Machado:
En los años 1980’s, Mercer fue comentarista de los juegos de los Yankees, haciendo equipo con el gran Phil Rizzuto, Frank Messer y Bill White. Es difícil no recordar su inconfundible acento sureño de Oklahoma (algo así como la versión americana del acento culichi). Cuando en una ocasión alguien lo criticó al respecto, Mercer respondió imperturbable: “He pasado más de cuatro décadas tratando de perfeccionar ese acento y tengan por seguro que no lo voy a cambiar.”
Bobby Mercer falleció el 12 de julio de 2008 a los 62 años. Descanse en paz ese hombre que tanto amó la camiseta Yankee. Lo despedimos con estos versos del poeta Antonio Machado:
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Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
martes, 8 de julio de 2008
¿EL BÉISBOL, UN DEPORTE MALIGNO?
“Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana, y del primero no estoy tan seguro”, sostenía el físico Albert Einstein. Comparto la idea. Mi teoría de la irracionalidad humana gira alrededor del concepto del título nobiliario y del ataque a los derechos del individuo perpetrado por los hacedores de leyes. Es decir, el ser humano para sentirse seguro a todo le tiene que otorgar un título nobiliario: éste es contador, aquél abogado, aquél otro chofer; ésta es mi novia, ésta es mi mujer, ésta es mi hermana, etc. Desde luego en un sitio netamente beisbolero no voy a aburrir a los lectores explayando mis teorías de cantina. En otra ocasión será. Además, no soy imparcial (quien lo es, no es humano): me confieso como un anarquista romántico. Sin embargo, voy a dejar constancia (una vez más), de que los políticos, con todo y sus artes maquiavélicas, revisten un cariz de estupidez que a pesar de todo suelen explotar a su favor. Sus paranoias personales devienen en paranoias colectivas. Veamos una historia basada en un texto publicado en el diario Récord.
El béisbol comenzó a practicarse en China en 1863 en Shangai. El Rey de los Deportes fue llevado a China por comerciantes y viajeros estadounidenses. Su práctica comenzó a ganar adeptos de manera paulatina y a inicios del siglo XX se dieron los primeros juegos organizados entre clubes deportivos y universidades. No obstante, llegó Mao Tse Tung (1893-1976) y la revolución comunista. El legado de Mao es objeto de gran controversia. Muchos chinos consideran a Mao como un gran revolucionario, un gran líder. Reivindican su figura, aunque reconozcan que incurrió en serios errores al final de su gobierno. De acuerdo con Deng Xiaoping, quien fuera desplazado durante la Revolución Cultural acusado de seguir el camino de restauración capitalista, Mao estaba las tres cuartas partes en lo correcto y una cuarta parte errado y su contribución fue primordial y sus errores secundarios.
Discrepo de Deng, pues dentro del “margen de error” del cuasi-infalible Mao, se encuentra un error no secundario, sino fundamental a mi entender. En 1959, Mao ordenó la disolución de todo equipo de béisbol y declaró ilegal la práctica de este deporte, argumentando que “el béisbol era una influencia maligna de occidente”. Con ello, Mao privó al pueblo chino de uno de los grandes placeres de esta vida, en una suerte de castración mental en masa. Vaya, ni siquiera al vilipendiado Hitler ni a la retrógrada Inquisición se les ocurrió declarar al béisbol un artilugio demoníaco. Y pensar que Mao tiene un cierto aire de Paquín Estrada asiático.
Una vez bien muerto Mao Tsé Tsé y tras la caída de la Revolución Cultural, el béisbol pudo practicarse de nuevo en China. En 2002 se organizó la Liga Nacional, en la que actualmente participan seis equipos. En 2006, China participó en el Clásico Mundial de Béisbol. Con los Juegos Olímpicos en Beijín, la ironía es insoslayable: el béisbol se hará presente en el país del anti-beisbolero Mao y no sólo eso, sino que jugaran por igual países socialistas (si acaso aún existe tal cosa) y capitalistas. Después de todo, vendrán héroes y dictadores, habrá hombres libres y sometidos, caerán banderas y fronteras, en otros lados surgirán también otras banderas y fronteras, pero el béisbol seguirá ahí, intacto y esférico, mientras exista un ser humano que disfrute del arte de aporrear una pelota y de lanzarse para atraparla con un guante de piel.
El béisbol comenzó a practicarse en China en 1863 en Shangai. El Rey de los Deportes fue llevado a China por comerciantes y viajeros estadounidenses. Su práctica comenzó a ganar adeptos de manera paulatina y a inicios del siglo XX se dieron los primeros juegos organizados entre clubes deportivos y universidades. No obstante, llegó Mao Tse Tung (1893-1976) y la revolución comunista. El legado de Mao es objeto de gran controversia. Muchos chinos consideran a Mao como un gran revolucionario, un gran líder. Reivindican su figura, aunque reconozcan que incurrió en serios errores al final de su gobierno. De acuerdo con Deng Xiaoping, quien fuera desplazado durante la Revolución Cultural acusado de seguir el camino de restauración capitalista, Mao estaba las tres cuartas partes en lo correcto y una cuarta parte errado y su contribución fue primordial y sus errores secundarios.
Discrepo de Deng, pues dentro del “margen de error” del cuasi-infalible Mao, se encuentra un error no secundario, sino fundamental a mi entender. En 1959, Mao ordenó la disolución de todo equipo de béisbol y declaró ilegal la práctica de este deporte, argumentando que “el béisbol era una influencia maligna de occidente”. Con ello, Mao privó al pueblo chino de uno de los grandes placeres de esta vida, en una suerte de castración mental en masa. Vaya, ni siquiera al vilipendiado Hitler ni a la retrógrada Inquisición se les ocurrió declarar al béisbol un artilugio demoníaco. Y pensar que Mao tiene un cierto aire de Paquín Estrada asiático.
Una vez bien muerto Mao Tsé Tsé y tras la caída de la Revolución Cultural, el béisbol pudo practicarse de nuevo en China. En 2002 se organizó la Liga Nacional, en la que actualmente participan seis equipos. En 2006, China participó en el Clásico Mundial de Béisbol. Con los Juegos Olímpicos en Beijín, la ironía es insoslayable: el béisbol se hará presente en el país del anti-beisbolero Mao y no sólo eso, sino que jugaran por igual países socialistas (si acaso aún existe tal cosa) y capitalistas. Después de todo, vendrán héroes y dictadores, habrá hombres libres y sometidos, caerán banderas y fronteras, en otros lados surgirán también otras banderas y fronteras, pero el béisbol seguirá ahí, intacto y esférico, mientras exista un ser humano que disfrute del arte de aporrear una pelota y de lanzarse para atraparla con un guante de piel.
¿EL BÉISBOL, UN DEPORTE MALIGNO?
“Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana, y del primero no estoy tan seguro”, sostenía el físico Albert Einstein. Comparto la idea. Mi teoría de la irracionalidad humana gira alrededor del concepto del título nobiliario y del ataque a los derechos del individuo perpetrado por los hacedores de leyes. Es decir, el ser humano para sentirse seguro a todo le tiene que otorgar un título nobiliario: éste es contador, aquél abogado, aquél otro chofer; ésta es mi novia, ésta es mi mujer, ésta es mi hermana, etc. Desde luego en un sitio netamente beisbolero no voy a aburrir a los lectores explayando mis teorías de cantina. En otra ocasión será. Además, no soy imparcial (quién lo es, no es humano): me confieso como un anarquista romántico. Sin embargo, voy a dejar constancia (una vez más), de que los políticos, con todo y sus artes maquiavélicas, revisten un cariz de estupidez que a pesar de todo suelen explotar a su favor. Sus paranoias personales devienen en paranoias colectivas. Veamos una historia basada en un texto publicado en el diario Récord.
El béisbol comenzó a practicarse en China en 1863 en Shangai. El Rey de los Deportes fue llevado a China por comerciantes y viajeros estadounidenses. Su práctica comenzó a ganar adeptos de manera paulatina y a inicios del siglo XX se dieron los primeros juegos organizados entre clubes deportivos y universidades. No obstante, llegó Mao Tse Tung (1893-1976) y la revolución comunista. El legado de Mao es objeto de gran controversia. Muchos chinos consideran a Mao como un gran revolucionario, un gran líder. Reivindican su figura, aunque reconozcan que incurrió en serios errores al final de su gobierno. De acuerdo con Deng Xiaoping, quien fuera desplazado durante la Revolución Cultural acusado de seguir el camino de restauración capitalista, Mao estaba las tres cuartas partes en lo correcto y una cuarta parte errado y su contribución fue primordial y sus errores secundarios.
Discrepo de Deng, pues dentro del “margen de error” del cuasi-infalible Mao, se encuentra un error no secundario, sino fundamental a mi entender. En 1959, Mao ordenó la disolución de todo equipo de béisbol y declaró ilegal la práctica de este deporte, argumentando que “el béisbol era una influencia maligna de occidente”. Con ello, Mao privó al pueblo chino de uno de los grandes placeres de esta vida, en una suerte de castración mental en masa. Vaya, ni siquiera al vilipendiado Hitler ni a la retrógrada Inquisición se les ocurrió declarar al béisbol un artilugio demoníaco. Y pensar que Mao tiene un cierto aire de Paquín Estrada asiático.
Una vez bien muerto Mao Tsé Tsé y tras la caída de la Revolución Cultural, el béisbol pudo practicarse de nuevo en China. En 2002 se organizó la Liga Nacional, en la que actualmente participan seis equipos. En 2006, China participó en el Clásico Mundial de Béisbol. Con los Juegos Olímpicos en Beijín, la ironía es insoslayable: el béisbol se hará presente en el país del anti-beisbolero Mao y no sólo eso, sino que jugaran por igual países socialistas (si acaso aún existe tal cosa) y capitalistas. Después de todo, vendrán héroes y dictadores, habrá hombres libres y sometidos, caerán banderas y fronteras, en otros lados surgirán también otras banderas y fronteras, pero el béisbol seguirá ahí, intacto y esférico, mientras exista un ser humano que disfrute del arte de aporrear una pelota y de lanzarse para atraparla con un guante de piel.
El béisbol comenzó a practicarse en China en 1863 en Shangai. El Rey de los Deportes fue llevado a China por comerciantes y viajeros estadounidenses. Su práctica comenzó a ganar adeptos de manera paulatina y a inicios del siglo XX se dieron los primeros juegos organizados entre clubes deportivos y universidades. No obstante, llegó Mao Tse Tung (1893-1976) y la revolución comunista. El legado de Mao es objeto de gran controversia. Muchos chinos consideran a Mao como un gran revolucionario, un gran líder. Reivindican su figura, aunque reconozcan que incurrió en serios errores al final de su gobierno. De acuerdo con Deng Xiaoping, quien fuera desplazado durante la Revolución Cultural acusado de seguir el camino de restauración capitalista, Mao estaba las tres cuartas partes en lo correcto y una cuarta parte errado y su contribución fue primordial y sus errores secundarios.
Discrepo de Deng, pues dentro del “margen de error” del cuasi-infalible Mao, se encuentra un error no secundario, sino fundamental a mi entender. En 1959, Mao ordenó la disolución de todo equipo de béisbol y declaró ilegal la práctica de este deporte, argumentando que “el béisbol era una influencia maligna de occidente”. Con ello, Mao privó al pueblo chino de uno de los grandes placeres de esta vida, en una suerte de castración mental en masa. Vaya, ni siquiera al vilipendiado Hitler ni a la retrógrada Inquisición se les ocurrió declarar al béisbol un artilugio demoníaco. Y pensar que Mao tiene un cierto aire de Paquín Estrada asiático.
Una vez bien muerto Mao Tsé Tsé y tras la caída de la Revolución Cultural, el béisbol pudo practicarse de nuevo en China. En 2002 se organizó la Liga Nacional, en la que actualmente participan seis equipos. En 2006, China participó en el Clásico Mundial de Béisbol. Con los Juegos Olímpicos en Beijín, la ironía es insoslayable: el béisbol se hará presente en el país del anti-beisbolero Mao y no sólo eso, sino que jugaran por igual países socialistas (si acaso aún existe tal cosa) y capitalistas. Después de todo, vendrán héroes y dictadores, habrá hombres libres y sometidos, caerán banderas y fronteras, en otros lados surgirán también otras banderas y fronteras, pero el béisbol seguirá ahí, intacto y esférico, mientras exista un ser humano que disfrute del arte de aporrear una pelota y de lanzarse para atraparla con un guante de piel.
jueves, 3 de julio de 2008
LA LEGENDA DE MICKEY TUSSLER
La literatura beisbolera, si bien escasa en el idioma español (o, mejor dicho, no tan amplia como uno quisiera), es vasta en la lengua de Shakespeare. Ello es lógico si se considera el desarrollo del béisbol moderno en los Estados Unidos como fuerza centrífuga y expansiva. Para mala fortuna de los hispanoparlantes, las traducciones de obras memorables como “El Natural” son dignas de la historia universal de la infamia (y conste aquí que no me refiero al libro de Borges con ese título). Vamos, ¿a quién se le ocurre la idea de contratar como traductor de una novela sobre el Rey de los Deportes a un español que no entiende ni jota sobre el asunto? Para hablar de béisbol es necesario saber lo que es pisar el diamante, meterle saliva a la bola, tirar un gargajo sobre el polvo, tragarse ese mismo polvo en un lance, levantar un bate imposible de levantar, poncharse con tres rectas de humo, pivotear para un doble-play mientras un corredor desbocado deja marcado sus tacos en el tobillo de uno. Ya me imagino al traductor de marras auxiliado con un diccionario Larousse, introducción del doctor Ramón Pelayo incluida, mientras mastica una pieza de jabugo y mira en la TV un partido de fútbol entre el Poli Ejido y el Hércules. En fin.
No obstante, si se tiene cierto conocimiento del idioma inglés es posible acometer con mejor suerte y cierta dignidad la lectura de algunos libros relacionados con el béisbol. A mí, por ejemplo, se me antojaría leer esa joyita llamada “The Legend of Mickey Tussler” y escrita por Frank Nappi.
La novela apuntada es sobre un chico autista de 17 años, Mickey Tussler, quien posee una bola rápida digna del mismísimo Nolan Ryan. El punto es que el manager de los Milwaukee Brewers, Arthur Murphy, recluta a ese talentoso lanzador. Y aunque la eventual lentitud mental del chico pone como una cabra a su padre (una fichita que abusa de su esposa y que considera un retardado a su hijo), éste cobra más que gustoso los cheques por el sueldo de Mickey como pelotero de Grandes Ligas. Mickey se vuelve una superestrella a pesar de sus limitaciones mentales y a pesar del desprecio y de los celos de algunos de sus compañeros de equipo. Al mismo tiempo, el manager Murphy corteja a la madre de Mickey y… Bueno, mejor hay que leer el libro, el cual recibió elogios por parte del pelotero Alex Rodríguez, quien a lo mejor no es precisamente un profesor de teoría literaria, pero algo sabrá de béisbol el fenomenal tercera base de los Yankees.
No obstante, si se tiene cierto conocimiento del idioma inglés es posible acometer con mejor suerte y cierta dignidad la lectura de algunos libros relacionados con el béisbol. A mí, por ejemplo, se me antojaría leer esa joyita llamada “The Legend of Mickey Tussler” y escrita por Frank Nappi.
La novela apuntada es sobre un chico autista de 17 años, Mickey Tussler, quien posee una bola rápida digna del mismísimo Nolan Ryan. El punto es que el manager de los Milwaukee Brewers, Arthur Murphy, recluta a ese talentoso lanzador. Y aunque la eventual lentitud mental del chico pone como una cabra a su padre (una fichita que abusa de su esposa y que considera un retardado a su hijo), éste cobra más que gustoso los cheques por el sueldo de Mickey como pelotero de Grandes Ligas. Mickey se vuelve una superestrella a pesar de sus limitaciones mentales y a pesar del desprecio y de los celos de algunos de sus compañeros de equipo. Al mismo tiempo, el manager Murphy corteja a la madre de Mickey y… Bueno, mejor hay que leer el libro, el cual recibió elogios por parte del pelotero Alex Rodríguez, quien a lo mejor no es precisamente un profesor de teoría literaria, pero algo sabrá de béisbol el fenomenal tercera base de los Yankees.
miércoles, 2 de julio de 2008
UN HOMENAJE AL BEÍSBOL
Ángel Norzagaray Norzagaray es un ilustre sinaloense. Nació el 17 de agosto de 1961 (triste año de un campeonato naranjero). De acuerdo a su sitio web (http://www.angelnorzagaray.com/index.htmll) fue egresado de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana en 1983 (memorable año de título tomatero, pero de Serie del Caribe para el olvido). Es director del grupo teatral “Mexicali a Secas” que tiene en comodato el Teatro del IMSS en Mexicali, Baja California. Ángel ha escrito varias obras de teatro. En lo particular quisiera compartir la lectura de este texto beisbolero de Ángel, el cual fue escrito al calor de los play-offs de la temporada 2004-2005 de la Liga Mexicana del Pacífico (otro año triste de infamia campeonil mazatleca).
-Saltos
Homenaje al béisbol y al mago septién
Columna publicada el día 21 de Enero de 2005
Para el arquitecto Rubén Castro Bojórquez,Que sí sabe de estas cosas.
Por Ángel Norzagaray
Columna publicada el día 21 de Enero de 2005
Para el arquitecto Rubén Castro Bojórquez,Que sí sabe de estas cosas.
Por Ángel Norzagaray
Me gusta el beisbol. Me gusta desde que mi padre me llevó a aquel partido donde los Algodoneros de Guasave se coronaron campeones (para que vean que no todo es guasa en Guasave, también hay campeones de muchas cosas). Disfruté de muchos partidos pegado el oído a esos radios que se descomponían a cada rato, pero con un golpecito volvían a la normalidad y te informaban del tercer out. Esto era regla, hasta que en una excepción, mientras escuchábamos un programa de música norteña, el aparato falló, y falló y falló tanto que hizo fallar la paciencia de mi padre, quien lo estrelló contra el suelo; recuerdo esto especialmente, porque vuelto añicos, con las piezas regadas por el suelo, ya agónico pero burlándose, el radio alcanzó a decir de forma distorsionada la palabra tololoche; se los juro, así: Toulooooouluootchse. Y murió.Pero, digo, me gustaba el giro elegante de los cronistas de ayer (hay que reconocer que nuestro narrador local, el joven Juan Carlos Vildósola, tiene en su verba aquellos vuelos épicos de antaño) con sus frases hechas y sus geniales improvisaciones. El memorable Pedro “El mago” Septién diciendo “las grandes tragedias se escriben con dos outs” o “pasan las generaciones y caen los ídolos” o “jugador sin audacia es un anzuelo sin carnada” o los matemáticos “el béisbol es un deporte exacto”, “sin los números, el béisbol no tendría pasado ni futuro” o el preciso y seco “no existen los quizás en el béisbol” o el filosófico “si supiéramos tratar a la victoria y a la derrota como dos impostores, todos seríamos campeones”, o la maravillosa conclusión que se desprende de esta interrogante, “¿qué sería el beisbol sin los ampayers?: Una forma insensata de correr las bases”. “La jugada genial: Un relámpago que se desvanece”. Y sigo ahora con las más conocidas, porque, para decirlo con las palabras del filósofo de Güemes: El mago Septién era el mago Septién. Y punto. Y seguido usted recordará, porque son frases-homenaje de cronistas y aficionados de hoy, frases para la inmortalidad, poemas de la crónica deportiva. Pura chingonería del mago: “Contra la base por bolas no hay defensa”, y “esto no se acaba hasta que se acaba”. Y otra vez al poema: “El béisbol es un ballet sin música, un drama sin palabras y un carnaval sin colombinas”. Ajúa. Y aléguele al ampayer. Ese era “El mago”. Y había que escucharlo para saber todo, todo, sobre el rey de los deportes. Las palabras del poeta de la crónica parecían dirigidas directamente a cada radioescucha, como si fuera amigo personal de cada uno de los aficionados. Así, me acerqué después a una amplia literatura sobre el tema del béisbol. Recordando con especial cariño aquel poema de uno de mis poetas favoritos, Eduardo Lizalde: Charlie Brown en la loma (Tango de otro viudo), así se llama. Recuerdo aquí los versos de la entrada (¡Y léanlo todo, por favor!): “En la noche asesina, y solo en el montículo/ ¡qué soledad a veces, Charlie, pavorosa!/ con casa llena,/ y ya en la parte baja de la octava,/ y tirando wild pitch –uno tras otro-,/ salvaje, eterna soledad, de veras. Cósmica soledad del lanzador al centro del diamante.” Qué versos, señores.Voy terminar con estos poemita de Gerardo de la Torre, que explica a la fanaticada beisbolera, por qué su opción se inclina siempre por la vida: Los amantes del béisboljamás se suicidan porque en el futurohabrá siempre una Serie Mundial.
P.D. ¡Adelante, Aguilas!
martes, 1 de julio de 2008
13 CLICHÉS DEL BEÍSBOL
Insensato administrador de bitácora. ¿Dónde has estado holgazán? Tienes un deber no sólo para con los gentiles lectores sino para con este mundo tan contaminado de fútbol baladí. ¿No habrás manchado tus ojos de beisbolero impoluto con partidos de la Eurocopa pambolera? Anda, si no tienes nada que decir, por lo menos comenta algo sobre los clichés del béisbol. Si no lo haces, que el béisbol te lo demande.
*
Un “cliché” es una palabreja de origen francés que es utilizada para referirse a un lugar común, es decir, a una idea o expresión demasiado repetida o formularia. El pecado, ante todo, es casi en términos artísticos: la falta de originalidad. Nada más deprimente que la falta de originalidad. El individuo, un ser humano único e irrepetible, rebajado a la categoría de un mero clonador de frases. El reciclaje de la ignorancia, diría un ex profesor.
Yo tengo para mí que en el arte de los clichés, los maestros supremos son innumerables entre el gremio de los políticos, el gremio de los escritores de libros de superación personal, el gremio de los poetas melosos y el gremio de los locutores de fútbol. Y también tengo para mí que esos artistas del cliché son unos verdaderos terroristas que deberían ser proscritos de los medios públicos y enviados a campos de concentración donde se garantice su total y absoluto exterminio. El tema, como se ve, es cosa seria. “Por el bien de todos…”, “Primero los pobres…”, “No descansaremos hasta que…”, “Con X, su familia estará mejor…”, “Tendremos mano dura con los delincuentes…”, “Cumpliré y haré cumplir la ley…”, “Porque X sí cumple…”, “Porque dios dice…”, “La patria es primero…”, “El amor es como una rosa blanca…”, “Jugamos mejor, pero ellos metieron los goles…” "Son mejores, pero en la cancha somos once contra once..", bla, bla, bla… ¿O acaso eso no es terrorismo puro?
Sin embargo, en el béisbol también existen los clichés, los cuales son doblemente abominables: primero, por el hecho mismo de ser clichés y, segundo, porque representan una corrupción o lapsus mental dentro del mundo sagrado del Deporte Rey, deporte caracterizado generalmente por la inteligencia despierta y lúcida de aficionados y peloteros.
He aquí algunas de las frases que deberían ser proscritas de los medios públicos beisboleros, por asemejarse más a las ideas propias de un perro Bermúdez o de un Martinoli que a las de un fino locutor de béisbol:
* “El buen pitcheo mata al buen bateo.”
GLOSA. Razonamiento digno de Einstein. Corolario en reversa: El buen bateo mata al buen pitcheo.
* “Los play-off son otra cosa.”
GLOSA. Y la temporada regular también es otra cosa que al final es la misma cosa: béisbol.
* “Esa fue una jugada de Grandes Ligas.”
GLOSA. ¿Cuáles son las jugadas de ligas menores? Aún más, si quien ejecuta la jugada es un pelotero de Grandes Ligas, ¿cómo no podría ser de Grandes Ligas la jugada?
* “Este es un juego importante.”
GLOSA. ¿Cuáles juegos no son importantes? ¿Deberían mejor no jugarse los juegos no importantes? ¿En el béisbol hay algo que no sea importante?
* “Es un error de novato.”
GLOSA. Y los otros errores, ¿son de veterano?
* “Un veterano como X va a aportar experiencia al equipo.”
GLOSA. ¿Pero aportará béisbol? Esta frase suele ser utilizada para tratar benévolamente a peloteros quemados o en sus últimos días de gloria. Es casi un acto de crueldad el aplicarla.
* “Este juego hay que ganarlo como sea.”
GLOSA. Ganarlo como sea, anotando más carreras que el rival.
* “Le puso mantequilla a esa pelota.”
GLOSA. “Mantequilla” suena a término propio del boxeo: “Aquí viene el ‘Mantequilla” Nápoles con un gancho.”
* “X siempre da el 110%.”
GLOSA. Que le suban el sueldo a ese pelotero un 10% más.
* “Esto no se acaba hasta que cae el out 27” ó “Esto no se acaba hasta que se acaba”
GLOSA. Brillante. Está en las reglas. Por cierto, cuando mi padre escucha esta frase, le viene el color (púrpura) al rostro y maldice al locutor con palabras que aún no están recogidas en el diccionario de la Real Academia.
* “La victoria de hoy fue un esfuerzo total de conjunto.”
GLOSA. Supongo que sí.
* “Es un tremendo pelotero con tremendo bateo y jugando para un tremendo equipo.”
GLOSA. Una maquinaria verbal tremendamente admirable.
* “Este equipo es capaz de anotar muchas carreras.”
GLOSA. Todo equipo es capaz de anotar muchas carreras, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. (¡Ups!, ¡un cliché!)
*
Un “cliché” es una palabreja de origen francés que es utilizada para referirse a un lugar común, es decir, a una idea o expresión demasiado repetida o formularia. El pecado, ante todo, es casi en términos artísticos: la falta de originalidad. Nada más deprimente que la falta de originalidad. El individuo, un ser humano único e irrepetible, rebajado a la categoría de un mero clonador de frases. El reciclaje de la ignorancia, diría un ex profesor.
Yo tengo para mí que en el arte de los clichés, los maestros supremos son innumerables entre el gremio de los políticos, el gremio de los escritores de libros de superación personal, el gremio de los poetas melosos y el gremio de los locutores de fútbol. Y también tengo para mí que esos artistas del cliché son unos verdaderos terroristas que deberían ser proscritos de los medios públicos y enviados a campos de concentración donde se garantice su total y absoluto exterminio. El tema, como se ve, es cosa seria. “Por el bien de todos…”, “Primero los pobres…”, “No descansaremos hasta que…”, “Con X, su familia estará mejor…”, “Tendremos mano dura con los delincuentes…”, “Cumpliré y haré cumplir la ley…”, “Porque X sí cumple…”, “Porque dios dice…”, “La patria es primero…”, “El amor es como una rosa blanca…”, “Jugamos mejor, pero ellos metieron los goles…” "Son mejores, pero en la cancha somos once contra once..", bla, bla, bla… ¿O acaso eso no es terrorismo puro?
Sin embargo, en el béisbol también existen los clichés, los cuales son doblemente abominables: primero, por el hecho mismo de ser clichés y, segundo, porque representan una corrupción o lapsus mental dentro del mundo sagrado del Deporte Rey, deporte caracterizado generalmente por la inteligencia despierta y lúcida de aficionados y peloteros.
He aquí algunas de las frases que deberían ser proscritas de los medios públicos beisboleros, por asemejarse más a las ideas propias de un perro Bermúdez o de un Martinoli que a las de un fino locutor de béisbol:
* “El buen pitcheo mata al buen bateo.”
GLOSA. Razonamiento digno de Einstein. Corolario en reversa: El buen bateo mata al buen pitcheo.
* “Los play-off son otra cosa.”
GLOSA. Y la temporada regular también es otra cosa que al final es la misma cosa: béisbol.
* “Esa fue una jugada de Grandes Ligas.”
GLOSA. ¿Cuáles son las jugadas de ligas menores? Aún más, si quien ejecuta la jugada es un pelotero de Grandes Ligas, ¿cómo no podría ser de Grandes Ligas la jugada?
* “Este es un juego importante.”
GLOSA. ¿Cuáles juegos no son importantes? ¿Deberían mejor no jugarse los juegos no importantes? ¿En el béisbol hay algo que no sea importante?
* “Es un error de novato.”
GLOSA. Y los otros errores, ¿son de veterano?
* “Un veterano como X va a aportar experiencia al equipo.”
GLOSA. ¿Pero aportará béisbol? Esta frase suele ser utilizada para tratar benévolamente a peloteros quemados o en sus últimos días de gloria. Es casi un acto de crueldad el aplicarla.
* “Este juego hay que ganarlo como sea.”
GLOSA. Ganarlo como sea, anotando más carreras que el rival.
* “Le puso mantequilla a esa pelota.”
GLOSA. “Mantequilla” suena a término propio del boxeo: “Aquí viene el ‘Mantequilla” Nápoles con un gancho.”
* “X siempre da el 110%.”
GLOSA. Que le suban el sueldo a ese pelotero un 10% más.
* “Esto no se acaba hasta que cae el out 27” ó “Esto no se acaba hasta que se acaba”
GLOSA. Brillante. Está en las reglas. Por cierto, cuando mi padre escucha esta frase, le viene el color (púrpura) al rostro y maldice al locutor con palabras que aún no están recogidas en el diccionario de la Real Academia.
* “La victoria de hoy fue un esfuerzo total de conjunto.”
GLOSA. Supongo que sí.
* “Es un tremendo pelotero con tremendo bateo y jugando para un tremendo equipo.”
GLOSA. Una maquinaria verbal tremendamente admirable.
* “Este equipo es capaz de anotar muchas carreras.”
GLOSA. Todo equipo es capaz de anotar muchas carreras, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. (¡Ups!, ¡un cliché!)
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