El poeta James Douglas Morrison proponía a la auto-entrevista como un método de exploración del inconsciente. El administrador de la bitácora, holgazán como es, en lugar de hablar del toque suicida de Nelson Barrera en la Serie del Caribe de 1986 o de los 56 juegos de Joe DiMaggio conectando al menos un imparable, ha optado por fraguar una auto-entrevista en alusión al libro de “Dime que no fue así, Joe”. Vaya descaro, pero he aquí la primicia. La bitácora primero. Ya vendrán después el New York Times, Le Monde, La Afición y el Libro Vaquero.
“Dime que no fue así, Joe”. ¿Por qué ese título?
Es en recuerdo del Descalzo Jackson, el gran pelotero, corrijo, el sublime artista de la pelota, damnificado de la investigación acerca de los peloteros de los Medias Blancas que se vendieron a los apostadores en la Serie Mundial de 1919. Según la leyenda, al salir de un interrogatorio ante un tribunal, el Descalzo fue abordado por un niño quien le habría preguntado: “Dime que no es así, Joe” (“It ain't true, is it, Joe?”, en inglés). El Descalzo, habría respondido: “Me temo que sí”, a lo cual el niño apuntó: “Bueno, nunca lo hubiera pensado”.
Al Descalzo lo veo como una víctima de sus compañeros tramposos. Probablemente lo enredaron, aprovechándose de que mal sabía leer y escribir. Como quiera que sea, puso grandes números en esa Serie Mundial y es uno de los mejores peloteros en la historia de todo el béisbol. El tiempo, o mejor dicho la gente sensata -porque para el tiempo nada existe-, lo reivindicará.
¿Cómo nacieron las historias contenidas en el libro?
Por pura casualidad. Tenías ganas de hablar de béisbol y a lo mejor traer a colación recuerdos y obsesiones personales. Dicen que de Sinaloa no se puede hablar de otra cosa que no sea narcotráfico. Pero eso es falso, Sinaloa, además de mujeres ubérrimas, tiene otras bondades. El béisbol es una de ellas. Aproveché el espacio de una bitácora personal en Internet. Se suele identificar a los llamados Grandes del Béisbol: Babe Ruth, Mickey Mantle, Joe DiMaggio, Willie Mays y Roberto Clemente, pero hay otros estupendos peloteros cuya memoria merece permanecer en el inconsciente colectivo. Me enfoqué a esos otros dioses menos conocidos. Aunque decir “menos conocidos” es un albur, pues muchos de ellos son verdaderas leyendas del Juego de Pelota.
Al leer el contenido de “Dime que no fue así, Joe”, da la impresión de que los textos penetran en la médula del béisbol. ¿Acaso practicabas este deporte?
Sí, si a batear .180 de porcentaje y mostrar un fildeo decoroso se le puede llamar jugar béisbol. ¿Por qué siempre me han de preguntar acerca de esto? La verdad era muy, pero muy malo con el bate. Pero más que jugar, idolatré (y aún idolatro) a muchos peloteros, aún y cuando no siempre los haya visto en acción, por no ser de mi época. Y mira, la filosofía y la literatura se suelen abocar a los temas excelsos o épicos como el amor, la muerte, la guerra, etc. Para mí el béisbol no se queda atrás en cuanto a magnanimidad, de hecho, la historia del nacimiento de los ritos o de las religiones guarda pleno paralelismo conceptual-telúrico-dinámico con el desarrollo del béisbol. En lugar de Atila o de Julio César, ahora tenemos a Manny Ramírez y a Derek Jeter. Y Billy Martin en su momento fue como una suerte de Montaigne atómico-televisivo.
¿Cómo definirías el estilo del libro?
Como lo dice el merchandising, el libro es un homenaje borgiano, ontológico, filosófico, teológico, paranoíco-crítico-daliniano,ultra-poético y literario al béisbol y a la memoria impolutamente beisbolera del descalzo Jackson.
¿Te agrada algún texto en particular de tu libro?
Como autor poco importa lo que me pueda agradar, los textos ya no son míos, sino de los lectores, pero como lector me gustan el texto del título y también el de “Jaime Orozco y el hombre que nunca estuvo ahí”, el cual fue el primero que escribí. Claro, aún me provoca risa leer cosas como “Will Clark y la conciencia de lo imposible” o “Mi padre, el nacional-socialismo, los cortes de pelo y Andy Van Slyke”, por las referencias personales total y absolutamente ineludibles. A mi mamá también le causó gracia la historia de los cortes de pelo.
En algunos textos, y los dos últimos mencionados pueden ser buenos ejemplos, uno va leyendo lo que en apariencia es una crónica chabacana al estilo de “La serie de los años maravillosos”, pero de repente se encuentra uno con un humor ácido cargado de elementos perturbadores. ¿Por qué el uso de situaciones o imágenes políticamente incorrectas?
Por joder. Así es la vida, quiero decir en la vida normal, cualquier cosa está cargada de elementos perturbadores. Simplemente sal a la calle, si te descuidas, te pueden atropellar al cruzar la acera. O en el estadio, si te descuidas, un batazo de foul te puede dar de lleno. Uno debe mantenerse alerta.
Hay en la obra muchas referencias literarias: Kerouac, Whitman, Ashbery… ¿Es algo premeditado?
Claro, mentiría si sostuviera lo contrario. Se suele pensar en el mundo del arte como en un nicho intelectual mistificado y separado del deporte, pero al final de cuentas arte y deporte son manifestaciones culturales de los seres humanos. Menciona cualquier figura literaria. ¿James Joyce? ¿Kafka? ¿García Márquez? ¿Phil Roth? ¿El crítico Harold Bloom? Le duela a quien le duela, culturalmente hablando para nuestra época ellos no son más importantes que los grandes peloteros. Pero no sólo eso, a Babe Ruth lo recordarán hasta al final de los tiempos tanto como a Shakespeare. Ambos eran unos genios, uno del bate, otro del verso. Yo habría firmado antes de nacer haber tenido talento para alguna de esas dos expresiones culturales. ¿Quién no?
En las pocas referencias políticas del libro, los políticos no parecen salir bien librados. ¿Es así?
Bueno, el único sitio en donde puede salir bien librado un político es en algún texto o discurso o libro escrito por fanáticos o escritores pagados. ¿No es así? Simplemente ve el drenaje de tu colonia, y da igual en qué lugar o ciudad de México vivas, es lo mismo, llueve y las calles de inundan. Si me dices que con Benito Juárez no pasaba eso, te diré que estás equivocado. Y eso es un ejemplo bastante sencillo. Ahora bien, nada más no te metas con Porfirio Díaz ni con Adolf Hitler, porque a mi papá no le va a gustar nada eso. ¿O no leíste esa parte del libro?
¿Qué le dirías a quien se sienta traicionado porque en tu bitácora todos los textos pueden leerse de forma gratuita y ahora tienes un libro en venta?
Debo aclarar el punto. Yo no voy a recibir regalías ni dividendos por la venta del libro. Por lo tanto, no me estoy uniendo al tinglado capitalista. Y si lo hiciera algún día, ¿qué más da? Pero en este caso, todo lo que se recaude en ventas será para las arcas del Instituto Sinaloense de Cultura con el fin de que se puedan seguir imprimiendo más libros de otros autores y para que se siga fomentando la lectura y la cultura en Sinaloa. Es decir, el propósito, de mi parte, es meramente filantrópico y beisbolero. Hay quienes nunca han leído la bitácora y ahora pueden leer las historias en formato de libro. Mi padre a su edad no puede ya leer por si solo, ha perdido parte de la vista, mácula degenerativa, algo así, pero mi mamá ya le leyó el libro. Eso está bien, ¿no?
Por otro lado, lo admito, yo recibí algunas copias del libro y las he estado vendiendo, pero también he regalado un montón. Pero vamos, no me voy a hacer rico ni mucho menos, aunque el otro día vendí 16 copias en Guadalajara. Hey, es más como un reto, imagínate vendí 16 copias de un libro de béisbol en una ciudad futbolera. Con algo de suerte, para algunos mi libro podría ser una especie de medicina anti-pambolera.
Lo que sí me gustaría es que se apoyara la edición de más libros sobre béisbol. Sigo pensando en una edición de lujo de la historia de la Liga Mexicana del Pacífico de parte de don Alfonso Araujo. El día que eso suceda, yo voy a querer que me autografíe uno. Te lo digo sinceramente, ese libro me causaría mayor emoción que si me trajeran una pelota autografiada por Alex Rodríguez.
Nos vamos a extrainnings. Algo que quieras agregar.
Gracias y que aún y cuando les falta pitcheo y están más fuertes Boston y Los Ángeles, ojalá los Yankees ganen la Serie Mundial. Que dios los bendiga (a ustedes y a esos endemoniadamente benditos Yankees).
“Dime que no fue así, Joe”. ¿Por qué ese título?
Es en recuerdo del Descalzo Jackson, el gran pelotero, corrijo, el sublime artista de la pelota, damnificado de la investigación acerca de los peloteros de los Medias Blancas que se vendieron a los apostadores en la Serie Mundial de 1919. Según la leyenda, al salir de un interrogatorio ante un tribunal, el Descalzo fue abordado por un niño quien le habría preguntado: “Dime que no es así, Joe” (“It ain't true, is it, Joe?”, en inglés). El Descalzo, habría respondido: “Me temo que sí”, a lo cual el niño apuntó: “Bueno, nunca lo hubiera pensado”.
Al Descalzo lo veo como una víctima de sus compañeros tramposos. Probablemente lo enredaron, aprovechándose de que mal sabía leer y escribir. Como quiera que sea, puso grandes números en esa Serie Mundial y es uno de los mejores peloteros en la historia de todo el béisbol. El tiempo, o mejor dicho la gente sensata -porque para el tiempo nada existe-, lo reivindicará.
¿Cómo nacieron las historias contenidas en el libro?
Por pura casualidad. Tenías ganas de hablar de béisbol y a lo mejor traer a colación recuerdos y obsesiones personales. Dicen que de Sinaloa no se puede hablar de otra cosa que no sea narcotráfico. Pero eso es falso, Sinaloa, además de mujeres ubérrimas, tiene otras bondades. El béisbol es una de ellas. Aproveché el espacio de una bitácora personal en Internet. Se suele identificar a los llamados Grandes del Béisbol: Babe Ruth, Mickey Mantle, Joe DiMaggio, Willie Mays y Roberto Clemente, pero hay otros estupendos peloteros cuya memoria merece permanecer en el inconsciente colectivo. Me enfoqué a esos otros dioses menos conocidos. Aunque decir “menos conocidos” es un albur, pues muchos de ellos son verdaderas leyendas del Juego de Pelota.
Al leer el contenido de “Dime que no fue así, Joe”, da la impresión de que los textos penetran en la médula del béisbol. ¿Acaso practicabas este deporte?
Sí, si a batear .180 de porcentaje y mostrar un fildeo decoroso se le puede llamar jugar béisbol. ¿Por qué siempre me han de preguntar acerca de esto? La verdad era muy, pero muy malo con el bate. Pero más que jugar, idolatré (y aún idolatro) a muchos peloteros, aún y cuando no siempre los haya visto en acción, por no ser de mi época. Y mira, la filosofía y la literatura se suelen abocar a los temas excelsos o épicos como el amor, la muerte, la guerra, etc. Para mí el béisbol no se queda atrás en cuanto a magnanimidad, de hecho, la historia del nacimiento de los ritos o de las religiones guarda pleno paralelismo conceptual-telúrico-dinámico con el desarrollo del béisbol. En lugar de Atila o de Julio César, ahora tenemos a Manny Ramírez y a Derek Jeter. Y Billy Martin en su momento fue como una suerte de Montaigne atómico-televisivo.
¿Cómo definirías el estilo del libro?
Como lo dice el merchandising, el libro es un homenaje borgiano, ontológico, filosófico, teológico, paranoíco-crítico-daliniano,ultra-poético y literario al béisbol y a la memoria impolutamente beisbolera del descalzo Jackson.
¿Te agrada algún texto en particular de tu libro?
Como autor poco importa lo que me pueda agradar, los textos ya no son míos, sino de los lectores, pero como lector me gustan el texto del título y también el de “Jaime Orozco y el hombre que nunca estuvo ahí”, el cual fue el primero que escribí. Claro, aún me provoca risa leer cosas como “Will Clark y la conciencia de lo imposible” o “Mi padre, el nacional-socialismo, los cortes de pelo y Andy Van Slyke”, por las referencias personales total y absolutamente ineludibles. A mi mamá también le causó gracia la historia de los cortes de pelo.
En algunos textos, y los dos últimos mencionados pueden ser buenos ejemplos, uno va leyendo lo que en apariencia es una crónica chabacana al estilo de “La serie de los años maravillosos”, pero de repente se encuentra uno con un humor ácido cargado de elementos perturbadores. ¿Por qué el uso de situaciones o imágenes políticamente incorrectas?
Por joder. Así es la vida, quiero decir en la vida normal, cualquier cosa está cargada de elementos perturbadores. Simplemente sal a la calle, si te descuidas, te pueden atropellar al cruzar la acera. O en el estadio, si te descuidas, un batazo de foul te puede dar de lleno. Uno debe mantenerse alerta.
Hay en la obra muchas referencias literarias: Kerouac, Whitman, Ashbery… ¿Es algo premeditado?
Claro, mentiría si sostuviera lo contrario. Se suele pensar en el mundo del arte como en un nicho intelectual mistificado y separado del deporte, pero al final de cuentas arte y deporte son manifestaciones culturales de los seres humanos. Menciona cualquier figura literaria. ¿James Joyce? ¿Kafka? ¿García Márquez? ¿Phil Roth? ¿El crítico Harold Bloom? Le duela a quien le duela, culturalmente hablando para nuestra época ellos no son más importantes que los grandes peloteros. Pero no sólo eso, a Babe Ruth lo recordarán hasta al final de los tiempos tanto como a Shakespeare. Ambos eran unos genios, uno del bate, otro del verso. Yo habría firmado antes de nacer haber tenido talento para alguna de esas dos expresiones culturales. ¿Quién no?
En las pocas referencias políticas del libro, los políticos no parecen salir bien librados. ¿Es así?
Bueno, el único sitio en donde puede salir bien librado un político es en algún texto o discurso o libro escrito por fanáticos o escritores pagados. ¿No es así? Simplemente ve el drenaje de tu colonia, y da igual en qué lugar o ciudad de México vivas, es lo mismo, llueve y las calles de inundan. Si me dices que con Benito Juárez no pasaba eso, te diré que estás equivocado. Y eso es un ejemplo bastante sencillo. Ahora bien, nada más no te metas con Porfirio Díaz ni con Adolf Hitler, porque a mi papá no le va a gustar nada eso. ¿O no leíste esa parte del libro?
¿Qué le dirías a quien se sienta traicionado porque en tu bitácora todos los textos pueden leerse de forma gratuita y ahora tienes un libro en venta?
Debo aclarar el punto. Yo no voy a recibir regalías ni dividendos por la venta del libro. Por lo tanto, no me estoy uniendo al tinglado capitalista. Y si lo hiciera algún día, ¿qué más da? Pero en este caso, todo lo que se recaude en ventas será para las arcas del Instituto Sinaloense de Cultura con el fin de que se puedan seguir imprimiendo más libros de otros autores y para que se siga fomentando la lectura y la cultura en Sinaloa. Es decir, el propósito, de mi parte, es meramente filantrópico y beisbolero. Hay quienes nunca han leído la bitácora y ahora pueden leer las historias en formato de libro. Mi padre a su edad no puede ya leer por si solo, ha perdido parte de la vista, mácula degenerativa, algo así, pero mi mamá ya le leyó el libro. Eso está bien, ¿no?
Por otro lado, lo admito, yo recibí algunas copias del libro y las he estado vendiendo, pero también he regalado un montón. Pero vamos, no me voy a hacer rico ni mucho menos, aunque el otro día vendí 16 copias en Guadalajara. Hey, es más como un reto, imagínate vendí 16 copias de un libro de béisbol en una ciudad futbolera. Con algo de suerte, para algunos mi libro podría ser una especie de medicina anti-pambolera.
Lo que sí me gustaría es que se apoyara la edición de más libros sobre béisbol. Sigo pensando en una edición de lujo de la historia de la Liga Mexicana del Pacífico de parte de don Alfonso Araujo. El día que eso suceda, yo voy a querer que me autografíe uno. Te lo digo sinceramente, ese libro me causaría mayor emoción que si me trajeran una pelota autografiada por Alex Rodríguez.
Nos vamos a extrainnings. Algo que quieras agregar.
Gracias y que aún y cuando les falta pitcheo y están más fuertes Boston y Los Ángeles, ojalá los Yankees ganen la Serie Mundial. Que dios los bendiga (a ustedes y a esos endemoniadamente benditos Yankees).
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