De acuerdo a la enciclopedia
libre, Bertrand Arthur William Russell,
(Trellech, Gales, 18 de mayo
de 1872 - Penrhyndeudraeth, Gales, 2 de
febrero de 1970) fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico
ganador del Premio Nobel de Literatura (1950) y conocido por su influencia en
la filosofía analítica, sus trabajos matemáticos y su activismo social.
Bertrand Russell no creía en la
felicidad como un concepto reservado al misticismo y a las religiones, por lo
general estas últimas pletóricas de vagas promesas de vida eterna (ver su obra
“Por qué no soy cristiano”). No, Bertrand Russell no creía en esos arcanos de la
superstición y de la teología. Bertrand Russell creía en la felicidad del aquí y
ahora, de la felicidad cuya fuente emana del goce del día a día de la
existencia, por ello en su obra "La Conquista de la Felicidad” (1930) se
propuso compartir aquellas cuestiones que él consideraba como causas de la
infelicidad y en su caso como causas de la felicidad.
Por supuesto, un matemático como
Russell obsesionado con considerar todas las variables posibles en cualquier
ecuación no pudo ni mucho menos soslayar en la ecuación de la felicidad la
variable aportada por el Béisbol, lo cual dio pie a una muy discutida
controversia, a saber a través del texto siguiente:
“(…) Me acuerdo de cuando conocí
a uno de los principales literatos de Estados Unidos, un hombre, que a juzgar
por sus libros, yo suponía consumido por la melancolía. Pero dio la casualidad
que en aquel momento la radio estaba informando de los resultados más
importantes de la liga de béisbol; el hombre se olvidó de mí, de la literatura
y de todas las demás penalidades de nuestra vida sublunar, y chilló de alegría
porque había ganado su equipo. Desde aquel día, he podido leer sus libros sin
sentirme deprimido por las desgracias que lee ocurren a sus personajes.”
¿Quién era en realidad el
misterioso aficionado al Béisbol? ¿Quién era ese literato capaz de chillar de
alegría y olvidarse del mundo y todas sus miserias por un pedazo de la
felicidad terrenal aportada por el Béisbol?
Cuando se consideran
cuidadosamente todos los elementos aportados por el texto de Russell en lo
tocante a referencias espaciales, temporales y cualitativas, desde las sombras
surge un nombre: Thomas Stearns Eliot
(San Luis, Missouri, 26 de septiembre de 1888 – Londres, 4 de enero de
1965), más ampliamente conocido como T.S. Eliot. En efecto, el poeta y
dramaturgo Premio Nobel de Literatura (1948) T.S. Eliot reúne en principio las
condiciones planteadas por las referencias mencionadas: ser uno de los
principales literatos estadounidenses, ser un hombre de carácter melancólico y
ser un personaje con el cual solía ya reunirse Bertrand Russell antes de la
escritura del libro “La Conquista de la felicidad”. T.S. Eliot fue incluso
alumno de Bertrand Russell en la Universidad de Harvard a finales de la primera
década del siglo XX y posteriormente una persona muy cercana al gran filósofo,
tan cercana que ambos conformaron un triangulo amoroso junto a Vivienne Eliot,
la esposa de aquél.
Sin embargo la tesis propuesta
presentó por décadas una fractura en su edificio lógico: T.S. Eliot no parecía
mostrar interés alguno por el Béisbol. Los académicos no encontraban el hilo conductor.
Mas había algo de artificial en ese desinterés por el Juego de Pelota, como si T.S. Eliot rehuyera el
tema, como si el Béisbol le doliera en el recuerdo. Y así era, a T.S. Eliot le
dolía el Béisbol en el recuerdo, tal y como propuso recientemente el
investigador Louis Phillips basado en las conjeturas de otros académicos.
Al parecer, T.S. Eliot era
fanático de los Boston Red Sox, pues aunque era natural de San Luis por su
sangre corría la sangre de la familia Eliot de Nueva Inglaterra y el sello de
los graduados de Harvard, precisamente en esa misma región. Pese a esto último,
los dos primeros años en Harvard de Eliot fueron un desastre desde el punto de
vista académico, en teoría porque Eliot estaba más interesado en la suerte de
los Boston Americans (el nombre anterior de los Red Sox) y en asistir al
estadio de Huntington Grounds que en cumplir con sus asignaciones escolares.
Curiosamente justo cuando Eliot entró a Harvard en 1906, Boston había
completado una desastrosa campaña de 49 triunfos y 105 derrotas. Hasta el
legendario pitcher Cy Young perdió 21 juegos esa temporada. Sí, a Eliot le
dolía el Béisbol y le dolía el equipo de sus amores. Eliot no podía
concentrarse en la universidad desde el sufrimiento aportado por la mística
trágica del equipo de Boston. Pese a ello, el silencio absoluto de Eliot sobre
el Béisbol no llegaría hasta la infame venta en 1920 de Babe Ruth al
odiado rival: los New York Yankees. Eliot debió haber sentido auténtica rabia e
impotencia. El hecho era (y es) abominable. Louis Phillips señala con tino al
respecto: “El silencio es desafiante. Todos saben que es imposible pasar
cualquier temporada larga en Nueva Inglaterra sin entrar en contacto con la
Fatalidad, el Destino y los Desmadres Generales de los Red Sox. Es algo que no
se puede dejar de hacer.”
Louis Phillips incluso va más
allá al referirse a un borrador del libro de poemas más conocido de T.S. Eliot,
esto es “The Waste Land” (“Tierra Baldía”), el cual al parecer se intitulaba
originalmente “The Waste Land called Huntington Grounds” (“La Tierra Baldía
llamada Huntington Grounds”) en referencia directa al viejo estadio del equipo
bostoniano. Debe recordarse que en inglés Waste Land representa una polisemia
al admitir tanto la idea de tierra baldía como el desperdicio o el desgaste o
el agotamiento de la tierra fértil, es decir vendría a significar una metáfora
de la poética trágica de los Red Sox.
Si bien todo lo aquí planteado no
pasa de lo meramente especulativo, tengo para mí otra tesis no menor sobre el
ocultamiento por parte de Bertrand
Russell del nombre del literato fanático del Béisbol: se trató de un hecho flagrante. Russell pretendió preservar en el
anonimato el nombre del personaje no sólo porque se trataba de su amigo Eliot y
porque pretendía así mantener en secreto lo que el mismo Eliot quería mantener como
propiedad exclusiva de su vida y dolor personal en una de esas extrañas formas
de las que se llega a revestir la felicidad del individuo, sino porque para el
propio Russell era indispensable dentro de su felicidad particular mantener
lo más oculto posible el triángulo amoroso ya citado, y del cual el mismo T.S.
Eliot era perfectamente consciente. La metáfora bíblica de Pedro, la
negación: Bertrand Russell negaba a los Eliot pensando en Vivienne y T.S. Eliot
negaba al Béisbol pensando en los Red Sox. La felicidad es una consecuencia de arreglos inesperados.